A media noche de ayer comparecían ante los medios el
director territorial del Ingesa, Jesús Lopera, el director
gerente de Asistencia Sanitaria, Juan Carlos Querol, y el
director médico de Atención Especializada, Carlos Ramírez,
para dar cuenta del estado de salud de todos los afectados
por la deflagración.
En total, diez personas habían tenido que ser asistidas
desde la ocho y media de la tarde, de los cuales cinco ya
habían sido dados de alta con heridas leves, dos permanecían
en observación pero también con pronóstico leve y tres
habían sido trasladados a la Unidad de Cuidados Intensivos
(UCI).
Lopera aclaró que de estos tres pacientes, dos se hallaban
en estado grave pero estables y un tercero muy grave, por lo
que a la hora en que se comunicaba el parte médico se temía
aún por su vida y se especulaba con la posibilidad de
trasladarlo a la Península.
Los afectados por la explosión, ocho trabajadores y dos
guardias civiles, fueron hospitalizados con politraumatismos
de diversa consideración, heridas contusas y quemaduras de
diferente grado. Los funcionarios de la benemérita se
encontraban entre los heridos leves.
Los responsables sanitarios puntualizaron que algunas
quemaduras revestían un carácter importante y especificaron
que uno de los afectados por el siniestro había ingresado
con mano catastrófica, por lo que hubo que amputarle dos
dedos y a media noche de ayer todavía poseía un tercero en
peligro.
A esa hora, al paciente que se encontraba en estado crítico
se le estaba realizando un TAC para observar si poseía otras
lesiones distintas de las que ya se le habían detectado.
El director territorial prosiguió que algunos de los
asistidos habían pasado a esa hora ya por quirófano, unos
pendientes de ser estabilizados y otros para ser objeto de
diferentes curas, ya que se necesitaron abundantes suturas.
“Dentro del hospital la situación se ha resuelto de manera
satisfactoria”, apostilló Lopera.
Pero la situación era todavía incierta cuando los directivos
del Ingesa comparecieron para informar sobre el estado de
los afectados. La noche de ayer era clave para conocer,
sobre todo, la evolución del afectado que se encontraba en
estado crítico.
Un médico estuvo toda la noche en los teléfonos 856 90 70
00, 02 y 03, en la extensión 54316 de la UCI, para informar
a los familiares de los afectados sobre el estado de sus
parientes, todos de la Península.
En la medida en que la empresa responsable de la obra
conocía los teléfonos de las familias de algunos de ellos,
se pudo establecer una conexión directa con ellas para
explicarles lo sucedido y el estado de sus congéneres.
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