En escasos diez minutos, el escritor y biógrafo personal de
Patarroyo, Javier García Miravete, realizó un recorrido
literario por la trayectoria personal y profesional del
científico, a quien describió como “el mejor ejemplo de
investigador fiel a sus principios”.
El orador reveló variados detalles sobre el perfil del
investigador colombiano, ofreciendo la visión más humana y
cariñosa de la vida de este. “Con sólo diez años pidió un
microscopio y descubrió en las nubes la estructura
tridimensional de su vacuna y, finalmente, tras 66 ensayos
logró dar con el antídoto”, informó. Pero no sólo en
anécdotas y pormenores quedó la intervención de García
Miravete, que no pudo ocultar su admiración y pasión hacia
el colombiano. “Es ambicioso pero en el campo científico; y
África se muere y lo que necesitamos son genios que luchen
por la supervivencia”, visión que quedó reflejada en la
mirada de Patarroyo.
Tal y como lo hacen llamar, el “biógrafo personal” del
Premio Convivencia recordó el arduo trabajo que desde
Colombia y los laboratorios se ha convertido en el proyecto
de vida de Patarroyo en esa meta por alcanzar un modelo
lógico que lleve a los futuros expertos a realizar vacunas
contra las enfermedades infecciosas porque “sus objetivos
siempre se elevan al bienestar de toda la humanidad”.
García Miravete quiso despedirse del atril y del auditorio
reiterando la “talla intelectual y personal” del doctor
Patarroyo, haciendo alusión a su negativa a vender la
patente de su descubrimiento pese a las duras críticas y
ataques que durante años han recaído sobre él. “La historia
es justa y al final, siempre la racionalidad y el
conocimiento se imponen. Y lo de Manuel Elkin Patarroyo es
auténtica pasión por la vida”, selló, con el mismo título de
su obra, su participación en el acto.
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