Desde la noche de ayer, cuando comenzó a verse el creciente
lunar, los más de un millón de musulmanes que viven en
España, entre ellos aproximadamente 35.000 ceutíes,
iniciaron el Ramadán, un mes dedicado a la abstinencia que
culmina con una de las fiestas grandes del Islam: el fin del
ayuno o Aíd al-Fitr. El mes más importante del año para los
fieles islámicos no consiste sólo en dejar de comer desde la
salida del alba hasta la caída del sol: “Mucha gente que
ayuna no obtiene nada de su ayuno excepto el hambre y la
sed, y mucha gente que reza no obtiene nada de ello excepto
cansancio”, advirtió el profeta Mahoma según su compañero
Abu Huraira.
“El Ramadán es especial porque se considera que en este mes
Dios reveló a Mahoma el libro sagrado del Islám”, explicó
ayer a EFE la doctora en Filología Árabe y profesora de la
Universidad Autónoma de Madrid, Luz Gómez. Desde entonces,
rezar cinco veces al día, profesar la fe, dar limosna,
peregrinar al menos una vez en la vida a La Meca y ayunar en
Ramadán son los cinco preceptos que deben cumplir los
musulmanes.
“El musulmán está llamado este mes a hacer una vida
espiritual más intensa”, amplía el imam de Sidi Embarek,
Ahmed Liazid: “Hay más actividades religiosas que el resto
del año [en mezquitas como la de Sidi Embarek o Muley El
Mehdi se organizarán conferencias y charlas a diario], rezos
especiales que no existen otros meses, oraciones después del
anochecer, antes del alba... Son cosas que se hacen desde
hace 1.427 años en cada Ramadán. Se intensifican las
actividades culturales, la vinculación de los fieles con las
mezquitas es más cercana... Se trata de educarnos para
purificar el alma porque el musulmán debe hacer Ramadán con
la intención de educarse por sí mismo para que tenga
efecto”, completa.
Ramadán es el nombre del noveno mes del calendario musulmán
y, al regirse por la luna, su fecha de inicio varía y se
desplaza por las diferentes estaciones de acuerdo con las
etapas lunares. La extensión geográfica de las comunidades
musulmanas hace que comience de manera escalonada en unos
países y otros.
En España, pese a que el grueso de la población musulmana es
de origen magrebí y no árabe, se hace según se estipule en
La Meca (Arabia Saudí), donde arranca hoy.
La felicidad por su llegada se debe asimismo a que es un
tiempo de perdón, reflexión y reconciliación: “Es un deber
que cuando el musulmán se manifiesta y dialoga lo haga sin
palabras feas, sin insultos, sin calumnias, no hablar mal de
la gente, no mentir... Es una abstinencia que se suma a de
los placeres físicos y que no desaparece ni aunque se
reciban amenazas”, subraya Liazid.
Corregir un desliz
Casi todos los musulmanes, sean muy practicantes o no, por
presión social o convicción personal, suelen ayunar, aunque
hay excepciones establecidas por razones médicas y de otro
tipo: los ancianos, los enfermos crónicos... pueden no
cumplir con el Ramadán, pero están llamados a hacer una obra
caritativa hacia los pobres.
Si alguien se desliza un día con los placeres del estómago o
la carne también puede enmendarse: “Si lo ha hecho sin
intención”, explica Liazid, “no pasa nada”. “Si lo hace a
conciencia recibe un castigo muy fuerte: está obligado a dar
de comer un día, si sólo ha incumplido uno, a sesenta
personas; o bien a ayudar durante dos meses o a liberar a
una persona que se encuentre esclavizada”, completa.
El Ramadán concluye con la fiesta de Aid al Fitr, que es una
de las fiestas preceptivas del Islám, reconocida
oficialmente a los musulmanes en España por los acuerdos con
la Comisión Islámica.
Además, durante el final del mes de Ramadán es obligación
para los fieles islámicos dar la limosna o zaqat.
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