Alejados de la fuente oficial que significan las
representaciones barrieras de príncipe Alfonso y Felipe, los
vecinos de a pie quienes claman a diario porque haya
tranquilidad en la zona, aguardan con una paciencia casi sin
límites que alguien se atreva a obligar la aplicación -de
hecho- de normas básicas y elementales de civismo.
Los vecinos continúan soportando -mantienenla denuncia- el
constante asedio de un grupo que campa a sus anchas a unos
niveles “nunca conocidos”. Porque, aseguran, “nunca se
habían metido con los negocios de los vecinos del barrio y
esto es un no parar”, dicen.
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