Después de la retirada, ya confirmada en la última Sesión
Plenaria por la consejera de Educación, Mabel Deu, de la
Cruz de los Caídos de la Glorieta del Teniente Reinoso,
adonde no volverá, el Cronista Oficial de la Ciudad ha
elaborado un informe sobre el patrimonio ceutí que se ve
afectado por la aprobación de la Ley de la Memoria
Histórica. En él, Gómez Barceló plantea hacer pequeños
cambios en el Llano Amarillo para convertirlo en “un
homenaje de concordia entre los bandos enfrentados”; sugiere
no eliminar más que un par de nombres de calles y propone
colocar placas explicativas junto al monumento al Convoy de
la Victoria.
Adaptar el Patrimonio Local a la Ley 52/2007 por la que se
reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor
de quienes padecieron persecución o violencia durante la
Guerra Civil y la Dictadura, más conocida como la Ley de
Memoria Histórica, no exigirá demoliciones sonoras ni
grandes cambios. Tan sólo un poco de voluntad política.
Así lo entiende al menos el Cronista Oficial de Ceuta, José
Luis Gómez Barceló, en el informe que ha elaborado a
petición de la Consejería de Educación y Cultura sobre la
cuestión, a cuyo contenido ha tenido acceso este periódico.
En él, Gómez Barceló recuerda que en su tenor literal el
artículo 1 de su texto explica que el objeto de dicha
disposición legal es “reconocer y ampliar derechos a favor
de quienes padecieron persecución o violencia, por razones
políticas, ideológicas, o de creencia religiosa, durante la
Guerra Civil y la Dictadura”.
Igualmente, con dicho texto se desea “promover su reparación
moral y la recuperación de su memoria personal y familiar, y
adoptar medidas complementarias destinadas a suprimir
elementos de división entre los ciudadanos, todo ello con el
fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas
generaciones de españoles en torno a los principios, valores
y libertades constitucionales”.
“La Ley tiene repercusión en el plano cultural y, más
concretamente, en el patrimonial, que nos afecta en Ceuta, a
la vista de su artículo 15”, advierte en su informe el
Cronista, que recuerda que en el epígrafe primero se
encomienda a las Administraciones públicas que “en el
ejercicio de sus competencias adopten “las medidas oportunas
para la retirada de escudos, insignias, placas y otros
objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o
colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y
de la represión de la Dictadura”.
La única salvedad que se establece al respecto se refiere a
las menciones que sean “de estricto recuerdo privado, sin
exaltación de los enfrentados” y a aquellas en las que
concurran “razones arquitectónicas o artístico-religiosas
protegidas por la Ley”.
De todos los elementos monumentales susceptibles de verse
afectados por la Memoria Histórica el más sobresaliente de
todos es el del Llano Amarillo, levantado en 1939 en Ketama
para conmemorar las maniobras celebradas en aquel lugar por
el Ejército español en 1936 como preludio al Golpe de
Estado. Posteriormente fue trasladado a Ceuta y
reconstruido. Cedido a la ciudad, está en suelo municipal.
“Por su valor ha sido destacado como una importante obra del
movimiento moderno en diferentes obras de arquitectura”,
subraya Gómez Barceló, quien opina que “la solución para
este monumento, con valores indiscutibles demostrados por la
bibliografía nacional, está en la retirada de la pieza con
el nombre de Franco y del escudo de la Falange, los cuales
no aparecen en fotografías como la conservada en el Archivo
General de Tetuán de 1942”.
Igualmente, el Cronista sugiere la “transformación” de las
escaleras que dan acceso al monumento “en un gran mural
escultórico, pictórico o de cerámica en el que representar
un homenaje de concordia entre los dos bandos enfrentados en
la Guerra Civil”. “Más sencillo aún”, apunta Gómez Barceló
como tercera opción, sería “cambiar la fecha del 18 de julio
de 1936 por la del 1 de abril de 1939, que significa el fin
de la guerra, que no la conmemoracion de su inicio”.
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