Carlos Chocrón lleva toda su vida dedicado a la joyería.
Desde que tenía 13 años de edad ya se asomaba por los
talleres de sus familiares para fijarse y aprender el
oficio. Tanto le atrajo que ha sido joyero desde los 18
años, sesenta años continuados de su vida, toda su vida.
La apuesta que hace, ampliar el negocio, y realizarlo en
Ceuta, en un edificio céntrico, en una calle que invita a
pasear y realizar compras, es una muestra de la implicación
de Chocrón con su ciudad, la que, según él, le ha dado
mucho.
Chocrón trae a Ceuta lo mejor de la joyería a nivel mundial.
Las primeras marcas y los productos estrella de cada una de
edllas se asoman desde los diferentes escaparates.
Pregunta.- ¿Cómo son los inicios de Carlos Chocrón en la
joyería?
Respuesta.- En 1948, con 18 años terminé los estudios de
bachillerato y me planteé estudiar una carrera
universitaria, pero lo dejé porque desde los 13 años ya
estaba relacionado con la joyería. Yo iba todos los veranos
a los talleres de mis tíos.
Llegué a tener en Tetuán todas las joyerías, menos la de
Contreras. Todas las que había en Tetuán eran de familiares
míos: La estrella de oro, Sananes, Coral, Regente... Hasta
en el barrio de población marroquí también teníamos a
alguien.
Estamos hablando de historia desde finales del siglo XIX,
años mil ochocientos y pico. Mi abuelo empezó con esto. Mis
tíos, todos se dedicaron también a la joyería. Hasta en
Venezuela llegamos. Nosotros somos cinco hermanos y tres nos
dedicamos a esto.
A los 18 años me puse a trabajar con un tío mío en la calle
Generalísimo de Tetuán, y luego me independicé y fue cuando
monté una pequeña tienda en Tetuán, que se llamó Regente.
Vine a Ceuta y me asocié con un compañero de aquí que tenía
un pequeño taller y montamos uno con cuarenta personas
trabajando para fabricar cajas de relojes, pulseras y algo
de joyería, pero estaba más orientado a hacer las cajas de
relojes.
En los años 1952 y 1953 viajábamos a Suiza y Alemania para
traernos la maquinaria de los relojes. Las ciudades alemanas
estaban todavía casi en los escombros después de la Guerra
Mundial, como por ejemplo Stutgart o Frankfurt.
P.- Todo era artesanal en aquella época, la joyería no
estaba industrializada, ¿no?
R.- Exacto, era absolutamente artesanal. Tanto, que yo he
fundido el oro en fraguas de carbón. Y eso que necesita
temperaturas muy altas. Estábamos dándole a una especie de
molinillo para que se encendiera la llama y se pudiera
fundir.
Al llegar aquí, y con los viajes a Suiza y Alemania,
trajimos lo más sofisticado de la fabricación. De Suiza nos
trajimos la máquina de lapidar con diamantes, que era
totalmente desconocida en España. Era una primicia y lo
montamos aquí, en Ceuta.
En la zona de Benítez, en el antiguo restaurante Las
gaviotas, montamos nuestras instalaciones con esos cuarenta
empleados.
Ceuta tenía un techo y era corto. Por eso hicimos también
una inversión en Madrid. Las cajas de reloj, no es que
salieran como churros, pero sí se elaboraban cifras
importantes.
El primer pedido que atendimos en Madrid fue de mil cajas de
relojes y las hicimos en una semana. Con ese dato se puede
hacer una idea de cómo estábamos de adelantados.
Después me separé de mi socio y pusimos la tienda en Ceuta.
Unos cuatro años más tarde, en nuestro local de la calle
Serrano, en Madrid, se vino abajo el edificio y nos tuvimos
que trasladar, quedándonos en Príncipe de Vergara. Ese local
lo regenta mi hijo Moisés.
P.- Entre sus clientes destacan personalidades
importantes y, también, famosos
R.- Sí, afortunadamente contamos con clientes muy
importantes de Marruecos y familias muy ilustres del reino
Alauí, pero también muchas otras personas.
Una vez se confeccionó un regalo para el Rey Hassan II, con
las dos orillas del Estrecho fileteadas de brillantes y las
figuras de una granada y una naranja.
Era de oro y pesaba alrededor de un kilo y medio, además de
otros dos kilos y medio de plata, todo repujado por el
artista Manuel Carrera.
P.- A partir de los años 70, amplía la gama de sus
productos. Incorpora como novedad los relojes de alta
joyería.
R.- Creo que tenemos los mejores del mundo. Las cinco
grandes marcas relojeras están aquí Patek Philippe, Vacheron
Constantin, Breguet, Audemars Piguet y Blancpain.
P.- Al ampliar el local, se hace una nueva apuesta por
Ceuta.
R.- Eso es lo que pretendo, seguir apostando por Ceuta.
Nosotros podríamos abrir esta joyería en cualquier otra
ciudad importante de España, Sevilla, Madrid o Barcelona.
Se ha hecho un esfuerzo muy grande. Las personas que nos han
visitado desde la Península se han llevado una sorpresa muy
grande. Hemos apostado por Ceuta. Sigo apostando por esta
ciudad, pero, con un detalle muy grande, apostar por la
calidad.
Opino que todo el empresariado de Ceuta, al menos los que
están en esta zona centro de la ciudad, deben apostar por la
calidad; traer productos de calidad que los clientes los
encuentren más baratos que en Marruecos y la Península. Así
creo que vendría mucha más gente. Nosotros tenemos clientes
desde San Sebastián hasta Agadir. Vienen continuamente, son
fieles clientes.
P.- ¿Cómo está la joyería en Ceuta, comparando precios
con otros lugares?
R.- En principio, no existe el iva, aunque tenemos el Ipsi,
que es diferente y de menos carga. También, por ser puerto
franco contamos con precios especiales que resultan
beneficiosos para los clientes. Siempre vendemos bien de
precio, porque si no fuera así no vendrían tantos
compradores.
P.- ¿Cómo es esa fidelidad de sus clientes?
R.- Se hace fija, se pasa de padres a hijos. Me han venido
compradores y al presentarse han dicho “me ha mandado mi
padre aquí”. Me ha dicho, “Tome el dinero (... miles de
pesetas) y quiero un aderezo para mi hija que se va a
casar”. O que quieren un reloj, y les hemos aconsejado como
siempre, manteniendo algo muy importante, la honestidad y la
discreción.
P.- ¿Qué es lo que le piden más?
R.- Todo depende, del presupuesto, de la idea preconcebida
que traiga a la tienda... Ahora se venden más relojes, las
joyas están un poco más bajas.
P.- ¿Es una inversión comprar joyas?
R.- Siempre lo ha sido. Las joyas han salvado a muchas
familias. Especialmente, después de la guerra civil, había
familias que tenían alguna joya que luego resultaba valer
más de lo que pensaban y les ha valido para sobrevivir.
Siempre es una inversión, no se tira el dinero. Lo vas
luciendo toda la vida y pasan de padres a hijos. Un
brillante nunca ha perdido valor.
P.- La firma Chocrón cuenta con amigos famosos. ¿Qué nos
puede decir sobre ello?
R.- La verdad es que sí. Mi hijo, Moisés, es publicista de
profesión, y aunque se dedica a la joyería, promociona muy
bien su negocio haciendo y participando en galas. Tenemos
muchas relaciones. Personalidades de la política, de la
televisión, periodistas, artistas, deportistas, toreros...
no los puedo enumerar porque son muchísimos.
P.- Si tuviera que destacar alguna pieza de joyería que
le traiga más recuerdos, ¿cuál sería?
R.- Eso es muy difícil. Yo soy un joyero que nunca repite la
misma pieza. Renuevo constantemente. Si se trata de un
solitario, depende del tamaño del brillante y nada más, pero
si es pieza de diseño nunca se repite, salvo que sea un
encargo expreso.
Nuestra intención es dar exclusividad en este aspecto. Si el
cliente se gasta un dineral, lo lógico es que se diferencie
de los demás.
Sin embargo, en los relojes sí se traen algunos modelos
iguales, pero siempre en muy poca cantidad.
P.- Pasando a otro asunto, su compromiso con Ceuta no es
sólo a nivel empresarial. Hace poco recibía en la Ciudad
Autónoma el premio Encina, de la Consejería de Medio
Ambiente.
Yo le debo mucho a esta ciudad. Aunque empecé mi actividad
en Tetuán, el Protectorado finalizó y me instalé en Ceuta.
La ciudad me recibió muy bien, tengo muchos amigos que son
casi familia.
A la naturaleza hay que devolverle algo de lo que le
quitamos, y eso es lo que hice.
A la ciudad hay que devolverle algo de lo que me ha dado, y
este nuevo establecimiento lo hace. Ya le comenté que
podríamos haberlo abierto en cualquier otra capital de
provincia relevante. La importancia de las piezas que
traemos nos permite ponerlas a la venta en cualquier otro
sitio, ya sea de España o de algunos otros países de Europa.
Ayer estuvo aquí un delegado de una marca muy importante de
Suiza y se quedó maravillado. Dijo que no había visto una
tienda tan moderna y relevante, preguntando después que ¿y
cómo en Ceuta” y lo le respondí que por qué no.
Yo quisiera que mucha gente hiciera algo parecido. Que se
concentrara en algo de exclusividad. Hay que ir por la
excelencia. Ya pasó el tiempo y se acabó el paraguayo, se
acabó el cuero, se acabó el queso se acabó el whisky. En el
centro podríamos apostar por la calidad, asignatura
pendiente de muchos empresarios. Se pueden traer franquicias
importantes, que sean bonitas, que es lo que atraería
finalmente a los clientes.
Si se pone aquí a Versace con sus trajes y complementos,
otro pone Christian Dior, y otro más con otra igual de
importante, en cuanto haya tres o cuatro de esas firmas, con
la posibilidad de vender más barato que en la Península,
vendría gente a comprar.
Nosotros, a muchos clientes les abonamos el viaje como
complemento a la compra que nos va a hacer, o realizar un
descuento en el precio que les compense del gasto de
desplazamiento.
Para ello, habría que tener unos precios de barco más
económicos y contar con un ipsi más reducido con el que
poder ofrecer precios más que competentes.
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