Aparece de repente, con una blusa blanca al estilo de jinete
corto o cordobesa; con una falda ceñida, de talle alto y
azul; una amazona. A continuación destapa la bota, introduce
la venencia y la envuelve por el extremo, agarra una copa
por el tallo y comienza el arte. La gente se para y la mira.
Ella hace un movimiento acrobático con la mano y sirve el
fino desde la venencia hasta la copa, separando cada parte
en poco más de un segundo. “Es fundamental que no se derrame
ni una gota mientras se sirve”; Remedios sube la venencia,
baja el vaso simétricamente, el chorro de vino entra ligero,
espumoso y oxigenado; sube el brazo derecho hasta dejar la
venencia a la altura de la coronilla y entonces corta,
retira la venencia y ofrece la copa con una sonrisa. Relaja
la boca y vuelve a sonreir al instante para realizar el
mismo procedimiento.
Remedios Vázquez ha sido una de las atracciones que ha
contratado la Consejería de Agricultura y Pesca para mostrar
Andalucía, su vino y su elegancia. Ella es una profesional
de esta rama y hace 12 años se convirtió en la primera mujer
en venenciar. “Siempre han sido los hombres, los capataces
de las bodegas los que salían a dar las copas; pero yo
trabajaba en una bodega, me gustó y me puse de cara al
público hace 12 años”, explica. “Al principio hay que
ensallar con agua, porque, si no, dejas a la gente sin
vino”.
Remedios dice que ya no siente nervios, “son muchas plazas
en las que he estado; con los Reyes, muchas veces, en
Huelva, Madrid, Barcelona”, y añade, “incluso en Japón, con
lo príncipes imperiales de Japón. Me vieron venenciar y me
llamaron para servir una cena a 32 comensales”. Remedios
también quiso explicar la etimología de la palabra venencia:
“Antiguamente, en las bodegas se hacían los tratos de venta
y compra de vinos. Se avenía un acuerdo. Y le pusieron, de
avenirse, avenencia, quedándose finalmente en
venencia”.Remedios ha servido en Ceuta unas 1.700 copas
diarias.
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