A pesar de la derrota sufrida por su equipo, que supone
militar un año más en la Segunda División B, los aficionados
caballas no dejaron de animar y apoyar al Ceuta hasta el
pitido final.
A los cuatrocientos ceutíes que acompañaron al equipo
caballa en el Montilivi, se sumaron otros tantos que se
reunieron en distintos locales de la ciudad para animar
juntos al Ceuta en el partido más importante de su historia
más reciente, además de los miles que, desde su casa,
esperaron hasta el último minuto el empate que nunca llegó.
Todos los aficionados, tanto en Girona como en Ceuta, vieron
comenzar el encuentro llenos de ilusión y esperanza por
conseguir la victoria que les permitiría militar la próxima
temporada en la categoría de plata del fútbol nacional.
Cada jugada, tanto del Ceuta como del Girona, fue vivida con
gran intensidad, hasta que el duro mazazo en forma de gol
del equipo catalán, dejaba eliminado al Ceuta.
Desde ese momento, y conforme fueron pasando los minutos, la
ilusión se fue tornando en decepción y la esperanza en
impotencia al ver cómo tras una temporada soñando con el
ascenso este se volvía a escapar entre los dedos.
Aún así, los aficionados caballas continuaron animando y
empujando a su equipo, que en los minutos finales se volcó
en busca del gol que no llegó, para abandonar tras el pitido
final, depeccinados, el campo del Montilivi y los locales
donde, juntos, pasaron de la ilusión al desencanto en sólo
noventa minutos.
Tras veintiocho años, diez de ellos consecutivos intentando
el ascenso a Segunda, los ceutíes deberán esperar al menos
uno más para ver a su equipo jugando con la élite del fútbol
nacional.
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