Han sido muchas y tensas las reuniones mantenidas, tanto a
nivel interno del propio Gobierno, como con los propietarios
de la parte privada de la Manzana del Revellín. Esta ha sido
y es todavía la parte más espinosa a la que se ha enfrentado
y se lleva enfrentando el presidente Vivas. La parte privada
no acepta sólo el alquiler del espacio que ocupe el mercado,
sino que va más allá y exige a la Ciudad que también
arriende los tres superiores, incluso con una indemnización
por las expectativas comerciales frustradas. De tal modo que
si no se aceptan estas condiciones la operación del traslado
del mercado quedaría abortada.
No han sido pocos los escollos que han debido de sortearse
para hacer converger casi todos los cabos hacia el visto
bueno definitivo del mercado central en la manzana del
Revellín, como punto y final a un largo culebrón
judicializado. Tanto avanza en el sentido de que el complejo
de Siza contará con un mercado, que el inductor del ‘freno a
la manzana’, ya sin argumentos jurídicos, pretende movilizar
a partidos de la oposición y determinadas asociaciones.
Como se sabe, tanto la Ciudad como la sociedad privada
acordaron que la fórmula de uso de los bajos del complejo
[edificio que da la espalda a la calle Padilla] fuese el del
alquiler. La primera tasación, la correspondiente a la
superficie que ocupará el Mercado ha sido admitida por ambas
partes [algo más de 700.000 euros anuales].
Del mismo modo, para evitar pérdida de tiempo, se solicitó
al arquitecto, Alvaro Siza [redactor del proyecto] que
autorizase a MERCASA el diseño interior de las instalaciones
del mercado. De hecho MERCASA está subcontratada para este
proyecto concreto.
Pero no todo es el coste del alquiler por el espacio
utilizado. Al Mercado hay que dotarlo de las instalaciones
vanguardistas previstas para erigirse en una instalación de
primer orden que conjugue la idea de un mercado digno y
propio para el lugar donde será ubicado. En este caso la
cifra se elevaría a unos 6 millones de euros, cuya
financiación evitaría sedes bancarias incorporándose al
proyecto de soterramiento por el que la empresa constructora
adjudicataria [todo apunta a una UTE Corsan-Dragados-Isolux]
se haría cargo de la financiación del proyecto y las obras
posteriores aplicando el llamado ‘método alemán’ por el que
la Ciudad comenzaría a pagar 4 ò 5 años después.
El entronque entre la obra de soterramiento, la gran plaza
[tras el derribo del actual mercado], el intercambiador de
autobuses subterráneo, la obra de la Manzana del Revellín y
la vinculación del Patio Hachuel, se afianza aún más [con
este método de financiación]. Por lo que se hacía obligado
el traslado del mercado.
Que se alquile todo el inmueble
La dirección de las conversaciones para alcanzar el acuerdo
con la sociedad manzana del Revellín, recayó sobre el
Consejero de Hacienda, Francisco Márquez, quien sin embargo
y en el último instante, vio como se le podía caer todo el
castillo de naipes, cuando alcanzado ya el acuerdo sobre el
alquiler para el mercado al que antes nos hemos referido,
recibió del representante de la sociedad privada la ingrata
noticia de que ese acuerdo estaba vinculado a que el resto
del inmueble también debía ser alquilado por la Ciudad para
los usos que esta considerase, por un precio similar, otros
700.000 euros anuales, más una indemnización por las
expectativas comerciales frustradas.
De tal modo que si no se aceptaban estas condiciones, la
operación de alquiler sólo para el mercado quedaría
abortada.
Ningún funcionario de la Ciudad estaba dispuesto a avalar la
necesidad de ubicar oficinas públicas con ese coste, ya que
el resto del inmueble, el que se asoma a lo largo de la
calle Padilla, no permitía otro tipo de uso público por su
propia estructura.
Y así las cosas, el Presidente pareció estar incluso
dispuesto a buscar otra ubicación para el mercado central en
los bajos de la marina, tras una tensa reunión que mantuvo
con la propiedad y a la que asistió también el
vicepresidente del Gobierno, Pedro Gordillo.
No obstante, la intervención de este último, a favor de
seguir negociando con la ‘Manzana’, derivó en la posibilidad
de acuerdo y tras llamar el vicepresidente a Márquez, le dio
instrucciones para que se tasase el resto del inmueble al
objeto de alcanzar un acuerdo de alquiler similar al del
semisótano [donde se instalará el mercado], para ubicar
determinadas oficinas de la ciudad en las plantas superiores
del edificio.
Las expectativas de conseguir otros setecientos mil euros
anuales [700.000] en concepto de alquiler de oficinas por
parte de la propiedad privada parece que habrán de rebajarse
[ya estaría en marcha una nueva tasación], sin embargo el
resultado final supondrá un alquiler de más de un millón de
euros, que la Ciudad deberá afrontar durante los próximos 30
años.
¿Indemnización?
La cuestión de la indemnización, quedará aparcada de momento
o tal vez jamás aflore oficialmente y se resuelva mediante
otro tipo de compensaciones.
Otro importante capítulo a resolver será el de los traslados
de establecimientos que no tendrán cabida en el nuevo
mercado, ubicados actualmente entre el sótano del actual y
su perímetro exterior, cuyos titulares recibirán
indemnizaciones en algunos casos, rentas de inactividad en
otros y reubicaciones en algunos otros casos, que serán los
menos. En cualquier caso, supondrá todo ello una importante
partida económica a la que la Ciudad deberá también hacer
frente.
El remate final de la parte pública de la manzana del
rebellín, exigirá igualmente a la Ciudad un nuevo esfuerzo
económico, elevándose la inversión final a cerca de cuarenta
cinco millones [45.000.000] de euros, sin contar los costes
de mantenimiento de las futuras instalaciones.
Ha sido y sigue siendo la Manzana del Revellín, una aventura
urbanística y financiera que le está pesando a la Ciudad
Autónoma más de lo que nadie pudo en principio prever, sólo
queda esperar que el resultado final satisfaga a los
ceutíes, pues de lo contrario habrá sido la pifia más grande
de la historia moderna de Ceuta.
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