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sociedad - VIERNES, 2 DE NOVIEMBRE DE 2007


nichos en el cementerio. reduan.

dia de todos los santos
 

Los ceutíes recordaron a
los suyos... y a Sánchez-Prado

Como marca la fecha, muchos hicieron acto
de constricción en una jornada que en Ceuta es de fiesta –Día de la Mochila–, pero sin olvidarse de los familiares y amigos que descubrieron el gran misterio
 

CEUTA
Rober Gómez

local
@elpueblodeceuta.com

El lunes.

– Sí, el lunes.

– El lunes han dicho que vienen los Reyes –decía una señora a otra con las que me crucé de camino a la redacción.

Antes de que esa visita absorba toda la realidad; antes, los ceutíes debían recordar a los suyos como cualquier 1 de noviembre, Día de Todos los Santos. Y lo hicieron.

Los caballas llenaron ayer el Cementerio de Santa Catalina en un día que, por otra parte, era el Día de la Mochila, nada menos.

Puede resultar contradictorio que en un mismo día se aúne celebración y acto de constricción en recuerdo de los seres queridos que ya no están entre los vivos. Fue el periodista y escritor Hunter S. Thompson quien pidió que nadie se entristeciese por su muerte y que metiesen sus cenizas para ser disparadas por un cañón. Su viuda, Anita Thompson, y unos 250 amigos acudieron a Woody Creek, en Colorado, para darle el último adiós y hacer que su polvo volase por los aires impulsado por el gran tubo de artillería disparado por su amigo el actor Johnny Depp. Con esto quiero decir que cada uno evoca a los suyos de la manera que cree más apropiada, y todas son válidas.

Los que decidieron visitar el lugar donde reposan sus antepasados cumplieron con la tradición de comprar las flores y acompañarlas con agua en los pequeños floreros de mármol, tapando parte de la lápida, pero dejando entrever el nombre del desaparecido.

Las flores y la limpieza del nicho son una obligación para las personas que acudieron al camposanto de Santa Catalina, con vistas al mar en el monte Hacho. Por ello, la figura de la florista se convertía ayer en una vendedora social.

El cementerio es indudablemente democrático. Caídos nacionales y republicanos reposan juntos. En una rápida vuelta por este lugar sagrado encuentras osarios de La Legión y a 20 metros el monumento a los republicanos fallecidos durante la Guerra Civil hace 70 años.

– Ya era hora –dijo una señora a mi lado mientras leía la poesía de Miguel Hernández que acompaña al centenar, más o menos, de nombres de soldados de la República tallados en la piedra.

– Hasta hace poco han estado tirados de mala manera. Ya era hora –reiteró cuando me giré.

Allí, la poesía del poeta reza: “Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida. Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos. Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo”.

Es, sin duda, uno de los puntos neurálgicos de este cementerio; que si el de París tiene la tumba de Jim Morrison, el de Ceuta tiene la de Antonio López Sánchez-Prado, el alcalde por antonomasia de la ciudad autónoma.

Pregunté por la tumba del que fuera regidor ceutí entre 1931 y 1936.

– Es por allí –me señaló–. No tiene pérdida. El nicho 45, donde hay una pila de flores.

– ¡¿El nicho 45?! –me dije. –¡Saben hasta el número del nicho! Debe ser devoción.

Antonio López Sánchez-Prado fue médico y alcalde de Ceuta, fusilado por los sublevados poco después de comenzada la Guerra Civil. Pero si se le sigue recordando no es por su militancia política a un lado u otro, sino por lo buena persona que fue, por dedicar sus esfuerzos a mejorar las condiciones de las clases populares de la ciudad.

Por eso tiene cientos de flores todos los años a eso del 1 de noviembre. Tanta flora que ni siquiera deja leer su nombre tallado en el nicho; un nicho que no se diferencia en nada de cualquier otro, supongo que en su deseo último de que los bienes sobre la tierra sigan siendo repartidos.

Sólo, si te pones de puntillas, podrás ver esa foto, con el aroma de los años 30 del alcalde, que fue médico también.

Se licenció en Medicina y Cirugía para ejercer como profesional en la provincia de Sevilla. Arrivó a Ceuta un 15 de marzo de 1923, siendo nombrado encargado de la Clínica de Partos y Ginecología del Hospital de la Cruz Roja, así como del consultorio público. En 1929 pidió la excedencia y solicitó la plaza de médico tocólogo de la beneficencia municipal. Durante toda su carrera profesional se distinguió por su labor con los más necesitados.

En los últimos meses de 1930 se afilió al partido Unión Republicana, siendo un año después elegido por el Comité Republicano de Ceuta. Fue uno de los miembros de la candidatura de la Conjunción Republicano-Socialista y, al ser el más votado, se convirtió en el primer alcalde republicano de Ceuta.

Su primer mandato duró apenas 57 días, abandonado el cargo el 4 de abril de 1931, por motivos personales. En el pleno que tramita su dimisión, se le nombra hijo adoptivo de Ceuta.

“...se le concede un laudatorio voto de gracias por las gestiones que durante su actuación ha realizado y que en atención a las especiales dotes que en él concurren y como premio a los trabajos y sacrificios prestados y a los beneficios obtenidos para esta ciudad, nombrándole hijo adoptivo de la misma...”, dice el acta municipal que se conserva del día 4 de junio de 1931.

En mayo de ese año se constituyó en Ceuta la agrupación local del Partido Republicano Radical-Socialista, que acudió con Sánchez-Prado como candidato; y, en las elecciones de junio fue el más votado en la ciudad, obteniendo el escaño disputado en la ciudad para las Cortes hasta noviembre de 1933, cuando se celebraron nuevas elecciones, a las que esta vez no concurrió.

Durante el bienio radical-cedista, desarrolló una escasa actividad política, limitándose a la asistencia a los plenos municipales y a su actividad profesional como médico; pero pronto ingresó en el Partido Comunista.

Tras las elecciones de febrero de 1936, en las que triunfa el Frente Popular (en Ceuta fue elegido el socialista Manuel Martínez Pedroso), se restituyeron las corporaciones municipales purgadas tras la revolución de Asturias de 1934. Sánchez-Prado fue elegido de nuevo alcalde por la corporación municipal.

El alcalde dedicó sus esfuerzos antes de la terrible Guerra Civil española a mejorar las condiciones de las clases populares de la ciudad. Así, por ejemplo, el día de su cumpleaños, los vecinos del barrio del Sarchal organizaron una verbena en honor del alcalde, en agradecimiento por haber llevado el agua corriente a sus humildes hogares.

El 17 de julio, cuando ya se había producido la sublevación militar en Melilla, Sánchez-Prado recibió llamadas de amigos aconsejándole que dejase la ciudad y se refugiase en la cercana urbe de Tánger, bajo estatuto internacional. Sin embargo, se dirigió a la sede de la Delegación del Gobierno en la ciudad, donde el delegado le comunicó que la presidencia de la República estaba enterada de los acontecimientos y había tomado las medidas oportunas para atajarlos.

A pesar de más intentos de que el alcalde se pusiese a salvo en Tánger, Sánchez-Prado se negó, contestando que su sitio estaba junto al pueblo que lo había elegido.

La madrugada del 18 de julio de 1936 Sánchez-Prado fue detenido en su casa, con la ciudad ya ocupada por las tropas sublevadas. En su lugar de reclusión se encontró con la mayoría de los concejales del Frente Popular en la ciudad. El 31 de agosto fue sometido a un juicio sumarísimo, que emitió su sentencia de condena a muerte.

Tras denegarse su indulto, el 5 de septiembre fue fusilado junto con el resto de condenados en la playa del Tarajal. Su cadáver fue entregado a su familia y enterrado en el nicho 45 del cementerio de Santa Catalina.

Los ceutíes rindieron ayer tributo al alcalde bueno, se podía seguir el rastro de pétalos al nicho 45.

– Mira, ahí está Sánchez-Prado -decía una persona a otra frente a la morada eterna del alcalde.

– La de mi padre está aquí al lado –respondía el otro hombre orgulloso. ¡Al lado de Sánchez Prado!

No se me ocurre mejor forma para recordar a los difuntos, así como para despedir este reportaje, que el poema del poeta inglés John Donne, dándole vueltas a esto de la muerte.

Muerte, no te enorgullezcas, aunque algunos te llamen poderosa y terrible, puesto que nada de eso eres; porque todos aquellos a quienes creíste abatir, no murieron, triste muerte; ni a mí vas a poder matarme, esclava de lado, la fortuna, los reyes y los desesperados. Si con veneno, guerra, enfermedad y amapola o encantamiento se nos hace dormir tan bien y mejor que con tu golpe, de qué te jactas; tras un breve sueño, despertamos a la eternidad; y la muerte dejará de existir. Muerte, morirás.
 


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