“La sola idea de bucear en un barco hundido ofrece una
curiosidad sugerente”, explicó el coordinador del Club
Kraken, porque “descender a un pecio supone encontrar una
gran carga de misterio que hace muchas veces que el buceador
se sienta explorador”.
“Innumerables pecios de todo el mundo son un atractivo
constante para los buceadores, que repiten sus visitas
constantemente”, añade.
“Esto se debe”, continuó José María Argüelles, “a que todas
las inmersiones son distintas debido a la aparición de
nuevos seres en los restos sumergidos y a que es difícil
conocer un barco en pocas inmersiones”.
Ocurre, no obstante, que numerosos pecios se encuentran en
lugares muy alejados y con dificultades de acceso, por lo
que es imprescindible navegar grandes distancias para poder
llegar a ellos, encareciendo su acceso, ya que se hace
obligatorio vivir en un barco varios días, para lo que es
necesario un periodo de vacaciones amplio.
“Numerosos países, viendo las posibilidades que los restos
hundidos ofrecen”, explicó el coordinador del Club Kraken,
“se han lanzado en la última década a realizar hundimientos
controlados de barcos en zonas cercanas a la costa para
generar arrecifes y atraer el turismo”.
Así, “las revistas especilizadas publican constantemente
informaciones de estos lugares, despertando el interés de
los buceadores”, señaló Argüelles, quien añadió que estos
medios de comunicación crean incluso listas de lugares
indispensables de visitar para los aficionados a esta
actividad.
Lo último en hundimientos son los barcos de guerra, pues
suponen un gran atractivo debido a sus características –gran
tamaño– e historia. Por ejemplo, son conocidos por los
buceadores los pecios de Florida, en Estados Unidos.
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