Melchor, Gaspar y Baltasar existen. “Al menos han de hacerlo
en la mente de los más pequeños para el fomento de su
creatividad” tal y como concluye Florencio Moneo,
psicoanalista de Avances Médicos, quien entiende que “desde
un punto de vista antropológico, las fantasías y las
mitologías son necesarias para la perpetuación de la cultura
de cada pueblo. Con el paso del tiempo disminuyen los hechos
mitológicos que perviven y con ellos van desapareciendo el
desarrollo de la fantasía, algo importante en la formación
de la persona”.
La información la publica el diario digital de información
sanitaria www.azprensa.com que añade que, a juicio de este
experto, “una figura como ésta contribuye al aprendizaje de
los más pequeños a la hora de discernir el bien del mal. Es
un error descubrirle a un niño de tres años que no existen
los Tres Reyes Magos, que son un cuento. Antaño, los
vínculos familiares se reforzaban con las historias que
transmitían los más mayores; hoy Google sabe más que
cualquier abuelo y todo este papel se pone en entredicho, lo
que no es bueno”.
La figura de los Tres Reyes Magos “es importante para que
los más pequeños aprendan determinadas reglas sociales que
imperan en Occidente y para potenciar la creatividad de su
imaginación, una faceta trascendental en estos periodos de
formación mental. El hecho de romper el encanto de una
manera brusca y muchas veces temprana puede ser vivido como
un hecho traumático por un niño que todavía está en fase de
formación y comparte estas creencias con otros niños que
incluso pueden discriminarle”.
Esto no quiere decir que el niño viva en un continuo
encantamiento, tiene que enterarse en algún momento de su
formación de la realidad porque eso también le ayudará a
formarse como ser humano. ¿La edad ideal para contárselo? A
juicio de Moneo, “puede ser entre los 8 y los 9 años”.
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