Cualquier niño o niña se levantó ayer con la ilusión de ver
cómo los Reyes Magos cruzaban las calles de Ceuta y de cómo
sus camellos, escondidos, esperaban la tarea nocturna de
entregar miles de regalos. Al mediodía un remolino de juegos
inundó la avenida Sánchez Prado gracias a los animadores de
Acudeduca, que desplegaron como colofón navideño, su carpa
de música y color a lo largo y ancho de la conocida ‘Gran
Vía’.
La estrella de Oriente guió a los pequeños hacia juegos que
fomentaron el trabajo en equipo, la convivencia y las risas
ante cualquier credo y religión. Se respiró tolerancia en el
centro de la ciudad. Antes de que llegaran Sus Majestades de
Oriente al Palacio Autonómico, Sandra Romero Miranda resultó
ganadora del concurso de cartas navideñas. Esta narración,
elegida entre más de 400, instaba a los Tres Magos a que
trajeran la nieve hasta Ceuta, algo para todos y una
bicicleta, algo para la afortunada.
El pasacalles dio paso al cortejo real con la Caballería de
la Policía Local de gala a la cabeza y el acompañamiento de
los pajes de la Parroquia de San Juan de Dios. Sus barbudas
Majestades repartieron los primeros caramelos del día y
posteriormente, visitaron al presidente de la Ciudad, Juan
Jesús Vivas, en el Salón del Trono junto a decenas de
pequeños que corrieron hacia el trío más buscado del día:
Juan Antonio Hidalgo como Baltasar, Juan Manuel Doncel como
Melchor y el párroco de San Juan de Dios Francisco Jesús
Fernández como Gaspar. La función se cerró con los deseos
del presidente para todos los niños y niñas de la Ciudad
porque a su juicio, encarnan la ilusión y la inocencia en un
día en el que la infancia es la protagonista. En la carta de
Vivas se pedía perseverancia y lucidez para alcanzar “el
camino de la justicia, cohesión, modernidad y prosperidad”
para los ceutíes. La tarde llegó y con ella, el séquito real
caminó por las calles de San José hasta llegar al centro de
la ciudad. Los niños y niñas de Ceuta, impacientes se
lanzaron a recoger los miles de caramelos que Sus Majestades
y sus pajes lanzaron al aire.
A última hora del día, los ganadores de los concursos
navideños recibieron su merecido premio. Los más pequeños,
cansados por la espera y el reencuentro, un año más, se
acostaron con nerviosismo por disfrutar de los regalos o
lamentarse por el carbón.
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