Mayumana no se parece a ningún tipo de producción. No tiene
nada que ver con nada que exista; un mundo completamente
diferente. Un colectivo que, en diez años, ha recorrido
Asia, América, Oceanía y Europa a base de golpes. Todos los
continentes menos uno: África. Un territorio que hasta ayer
los integrantes del grupo no habían tenido la oportunidad de
pisar hasta actuar, en el patio de Armas de las Murallas
Reales, para festejar el Día de Ceuta. Diez personas en el
escenario, cinco hombres y cinco mujeres, dos suplentes y
los técnicos de luz, sonido y ‘backstage’. Otros tantos en
una gira paralela, dos shows para público infantil en España
e Israel denominados ‘Adraba’ y un nuevo espectáculo con la
voz del cantante David Broza. Y es que el colectivo, que
agrupa a cuarenta intérpretes, es “como una tribu de nómadas
del ritmo que va de un lugar para otro porque estamos
obligados a viajar constantemente”.
Así lo define una de sus integrantes más veteranas: Tali
Minkov (Ciudad de Méjico, 1976). Menuda y un tanto
hiperactiva, hizo la prueba de acceso hace siete años en Tel-Aviv
y asegura que, aunque disfrutó con la experiencia, nunca se
hubiera imaginado que lo conseguiría porque se suelen
presentar miles de personas. Estudiante de canto y teatro,
tenía claro que la clave no residía en ser todo un acróbata.
“la ‘energía mayumana’ se percibe de manera especial y los
creadores contratan más personas con chispa que grandes
artistas porque buscan auras concretos”.
Hija de madre mejicana y padre israelí, se ha pasado la vida
de un lado a otro, por lo que no se siente rara al meter
permanentemente su vida en una maleta. “No es un trabajo
porque la implicación es mucho mayor, es una forma de
vivir”. Clases de pilates, yoga, percusión, danza del
vientre, danza africana... “Siempre estás aprendiendo algo”.
Toda una escuela en movimiento.
Minkov considera que todos los integrantes en Mayumana son
personas especialmente interesantes porque al proceder de
lugares del mundo tan distintos, siempre tienen algo curioso
que contar. “Más allá del concepto musical, a nivel personal
y de energías. Pasamos el día juntos, somos pocos y nos
conocemos mucho y eso se nota arriba y abajo del escenario”
reflexiona.
Los creadores de Mayumana, tiene una premisa obvia, pero
elemental: los intérpretes deben sentirse bien. En caso
contrario, “se notaría al actuar”. Tal como lo percibe
Minkov, es un sistema “muy familiar” porque siempre tienen
con quien hablar. “No hay represión, las puertas están
abiertas para dialogar y contamos con un terapeuta. Aunque,
matiza, “tampoco hay grandes problemas porque sabemos
quienes somos”.
Se considera una “auténtica nómada” como el resto de
miembros, pero reconoce que no es fácil estar
permanentemente alejado de su familia y amigos (“sin contar
mi almohada o mis utensilios de cocina”) ni vivir pendiente
de su equipaje que, “por costumbre”, apenas pesa. Sin
embargo, insiste en que nunca se aburre. “Voy a proponer a
mis compañeros que juguemos a ver quien hace la maleta en
menos tiempo”, apunta ocurrente. Y es que, en su opinión, el
ritmo está en todas partes, “la cuestión es no parar, hasta
esto tiene ritmo”, ejemplifica agitando un pequeño
azucarillo.
Licenciada en Filosofía, se declara “terrible” con la
lectura, el cine, la música y la fotografía digital que
practica frecuentemente en su refugio portugués:
Carrapateira, una de las cunas del surf en el Algarve. “Es
un pueblo muy pequeño, son cuatro casas” a las que llegó por
casualidad. “Estoy enamorada de la tranquilidad de la que
disfrutó allí”, concluye.
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