Al principio todo pintaba bien. El millar de aficionados que
se acercaron hasta el Murube, a pesar de la desapacible
tarde, para ver con deseo cómo el primer equipo de la ciudad
conseguía la primera victoria de la temporada, aplaudían y
animaban al conjunto caballa como si este estuviese luchando
por los puestos de ascenso, y no por salir del descenso.
Al principio todo eran cantos y ánimos para unos jugadores
que estaban demostrando que esta vez sí podía conseguirse.
Minuto cinco, y gol de Javi Navarro. Todos y cada uno de los
espectadores exaltados de júbilo parecían llenar un estadio
que realmente estaba casi vacío. El Murube, aquel estadio en
el que jugaba aquel equipo y al que animaba aquella afición.
Aquel. Tiempo atrás quedó cuando cada quince días todos los
ceutíes tenían la cita ineludible de ir a ver a la AD Ceuta,
convirtiéndose en casi un ritual que El Día Después llegó a
poner como ejemplo para toda España.
Ayer todo era muy distinto, y aunque los más fieles
seguidores del conjunto caballa continúan siguiendo al
equipo como entonces, los malos resultados y el juego
mediocre ponen al mal tiempo como excusa perfecta para
quedarse en el sofá un domingo por la tarde.
Al final ya no había cantos, ni aplausos, ni gritos de
ánimo. Todo lo contrario. Desde el empate del Alcalá todo
fueron abucheos y silbidos a un árbitro que realmente estaba
recibiendo injustamente una culpa que no era más que la
impotencia de unos ceutíes que veían como ni haciendo el
mejor partido de la temporada su equipo lograba la victoria.
Ayer fueron un millar los que salieron decepcionados del
Murube. Dentro de dos semana, ya veremos...
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