Los vecinos del Sardinero han vuelto manifestar su malestar
ante el estado de abandono de los barracones, propiedad de
el grupo Borrás y de la empresa Eroski, y cuyo derribo se
está gestionando en la actualidad desde la Consejería de
Fomento de la Ciudad Autónoma. A pesar de que hay una
promesa firme, por parte del Gobierno local, de derribar las
naves, los vecinos han reiterado que siguen sufriendo las
consecuencias de la acumulación de basuras y de los ruidos
que se escuchan a altas horas de la madrugada. Han
constatado la presencia regular de personas en el solar e,
incluso, aseguran que disponen de una toma de electricidad
que les permitiría hacer uso de ordenadores y otros aparatos
-y que podría pertenecer a un particular que desconozca este
uso fraudulento-.
Algunas mejorías
Por un lado, la tala parcial de los árboles del recinto -que
llegaban hasta sus ventanas- les ha aliviado de la presencia
de mosquitos, pero los vecinos sólo aparcarán sus
reivindicaciones cuando los barracones sean definitivamente
derribados. La mayoría sigue de cerca el desarrollo de las
negociaciones y encuentran, cuanto menos extraño, que los
titulares de los terrenos no se hayan ocupado de las naves
hasta hace bien poco.
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