Dicen que Sevilla tiene un color
especial, pero lo cierto es que, todo el sur tiene una luz
distinta de corazón de ópalo. Una luminosidad que enamora. Y
la palpé ayer cuando, como cada sábado, sabadeé paseando por
el casco histórico de esta Málaga cantaora que, o se vive
con los sentidos, o no se vive. Sabadeo, paseo y voy
buscando bodas de iglesia en iglesia, una actividad que aquí
es muy común entre el marujerío autóctono, nos hacemos
lenguas sobre los coches, apostando si son alquilados para
fardar o de propiedad y si van engalanados por floristería o
han sufrido un triste remedo de decoración casera con un par
de claveles blancos malamente amarraós en las puertas con un
lazo de raso. Aquí dicen que, la boda, o es de postín o es
de barrio y de quiero y no puedo. En las de postín los
invitados van muy correctos y ellas exultantes, incluso con
sombreros en lugar de tocados, cuando, la pamela solo se
puede utilizar en los enlaces matutinos y los novios
utilizan coche de época o, los más pudientes, una calesa con
dos tiros de caballos y señores a la rondeña guiándola.
En las bodas menos refinadas, las invitadas van de largo y
como si se dirigieran al cotillón de Nochevieja y los trajes
de los caballeros suelen estarles largos de manga, lo que
les hace parecer de bracitos cortos, como los hermanos que
antaño acompañaran a Manolo Escobar tocando la guitarra y
más largos aún de pierna, con lo que les hacen pliegues
sobre los zapatos. Las del mujerío nos fijamos en todos los
detalles para comentarlos y opinar sobre el traje de la
novia, si es de tul ilusión y si tiene más ilusión que tul.
Luego nos alargamos en tropel al café en la Plaza del
Obispo, en la terraza de la Taberna del Obispo, para ver las
bodas que salen de la iglesia del Sagrario, a la vera misma
de la Catedral. Ahora, como otoñea, salen al morir la tarde,
justo cuando echan las campanas catedralicias al vuelo a las
seis en punto. ¿Les gusta el tañido de las campanas? A mí me
emociona hasta las lágrimas porque es el canto de nuestra
cultura cristiana y occidental, las campanas son “nuestras”
que no de otros y llevamos su lenguaje de bronce profundo
inscrito en el ADN, nos pertenecen y quien diga lo contrario
miente y es un mamón.
Más tarde, a las seis y cuarto en punto, coincidiendo con la
iluminación de las farolas que dan una luz de antorcha,
entre amarilla y anaranjada, vuelven a volar los bronces y
las palomas, que están muy raspadas y son muy urbanitas,
reciben el mensaje de que hay que buscar acomodo para la
noche y se cobijan en los entresijos de los capiteles
corintios, entre las hojas de acanto, en los repechos de las
balconadas del palacio episcopal y algunas toman el último
buchito de agua en la fuente renacentista que, las
veleidades decorativo-horteras del alcalde aún no han
eliminado.
¿Qué opinan que es un plan muy aburrido para un sábado?
Vale. Para los amantes de la marcha no será gran cosa, pero
servidora ya ha marchado todo lo que tenía que marchar
durante esos años en lo que, el entorno, no se mira
demasiado, porque se tienen otras ocupaciones y diversiones.
En estos momentos espirituales y dentro de mi role de maruja
mística consustancial, he conseguido “darme cuenta” y
disfruto intensamente todas las cosas pequeñas y hermosas
¿Qué si es hermoso sabadear buscando bodas?Si.Lo es.
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