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OPINIÓN - VIERNES, 19 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Faltó el gorro frigio
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Toca escribir del Barcelona. Aunque uno sea del Madrid fetén. Y es que el equipo azulgrana ha conseguido un doblete de ensueño: ahí es nada ser Campeón de Liga y ganar la Liga de Campeones. Produce vértigo el mero hecho de pensar en cómo han de sentirse los profesionales de esa plantilla tan bien dirigida por el siempre comedido Rijkaard. Y si no fuera porque hay un Mundial a la vuelta de la esquina, habría que exigirle a los hacedores de semejante hazaña que estuvieran celebrándola cuarenta días con sus noches.

No fue fácil darle matarile al Arsenal. Y conviene destacar, cuanto antes, que los ingleses rondaron el milagro jugando con diez hombres desde el minuto 18 de la primera parte. Mejor les hubiera ido, sin duda, sin el derribo de Lehmann a Eto’o, y que hubiera valido el gol de Giuly. Porque seguro que habríamos visto un partido muy distinto y, desde luego, me atrevo a decir que mejor en todos los sentidos.

Tardó mucho el técnico azulgrana en darse cuenta de que la superioridad númerica de su equipo le permitía prescindir de Oleguer. Por más miedo que el técnico holandés pudiera tenerle a la velocidad de Ljungberg. Que, la verdad sea dicha, de haber estado su equipo completo, se habría convertido en la mejor ayuda para un Henry muy alejado de todos sus compañeros. Aun así, el sueco puso firme a los defensores azulgrana. Y en un tris estuvo de decidir el partido con su frenética actividad y su endiablada velocidad.

Henry, la gran figura del Arsenal y de la selección francesa, fue el futbolista más perjudicado por la expulsión de Lehmann. Pues se vio obligado a trabajar más en tareas defensivas y careció de los apoyos necesarios para finalizar sus jugadas. A pesar de ello, se plantó tres veces ante Valdés y estuvo en un tris de marcar. Y si no lo consiguió, en dos de las tres ocasiones que tuvo, se debió al cansancio y a que Valdés sacó a relucir todas las reservas de intuición que atesora.

Si bien sigo pensando que en el uno contra uno son los futbolistas quienes fallan. Algo similar a los penaltis. Es más: sin el cansancio acumulado, por el delantero, a buen seguro que ahora estaríamos hablando de otro resultado. Lo cual no mengua lo más mínimo la estupenda actuación del guardameta catalán. De quien ya he dicho, más de un vez, que es tratado injustamente. Lleva dos temporadas siendo el portero menos goleado y ha jugado la la Liga de Campeones con brillantez. Con él se cumple a rajatabla el tópico de que es mejor caer en gracia que ser gracioso.

Y hablando de gracioso: no me digan ustedes que no lo estuvo el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Lo digo porque pocas veces vemos a un presidente convertido en hincha acérrimo de un club y dejándose retratar por las cámaras interesadas en exponerles a los catalanes los sentimientos azulgrana de quien pedirá muy pronto el sí para el Estatuto catalán.

A ZP le faltó nada más que ponerse el gorro frigio y equiparse de blaugrana y tirarse al campo en un momento del partido, para recriminarle al árbitro, Terje Hauge, su error al no concederle la ley de la ventaja a Giuly. Uno conocía la pasión barcelonista del presidente, pero no hasta el extremo de abrazarse continuamente a Laporta y gesticular como un cualquiera. Viendo las emociones de ZP, y sabiendo cómo se las gasta Ángel María Villar y sus adlátares, caso del presidente de los árbitros, Sánchez Arminio, mucho me temo que el Madrid va a tardar lo indecible en ser campeón de nada. Por más que entre por la senda del bien. De todos modos, ganó un equipo español en un escenario donde sólo se exhibían banderas extranjeras. Y el Rey, cual siempre, borboneando y entregado a la causa catalana.
 

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