Con el entierro de la “caballa”,
se puso punto final a los carnavales del 2006, y a esperar
un año para que vuelvan las comparsas, chirigotas y
cuartetos al Siete Colina a cantar sus coplillas. Como decía
aquel: “el carnaval a muerto ¡viva el carnaval!” .
En fin que con los carnavales, como en todas las cosas de la
vida, hay a quienes les ha gustado y a quienes no le han
gustado, porque nunca llueve a gusto de todos.
Y todas las opiniones, tanto de los que les han gustado los
carnavales como a los que noles han gustado, son dignas de
tener en cuenta. Cada quiqui tendrá sus razones, todas ellas
muy respetables, para aplaudirlos o silbarlos. El libro del
gusto está en blanco.
Y para que nada falte en estos carnavales, ha tenido hasta
su polémica, debido a la interpretación que cada uno le da a
algunas letras cantadas en el carnaval.
Ni entramos ni salimos en la libre interpretación que, cada
uno le haya querido dar a algunas de las letras cantadas en
el carnaval. Cada quisqui es libre de pensar como mejor le
venga en ganas.
Lo que no es de recibo, viendo y conociendo, como cada uno
pueda interpretar esas letras, es echar más leña al fuego
para que éste aumente, porque el alimentar el fuego, sin
duda alguna, nada bueno puede traer, sólo quemarnos.
Cuando se a de vivir, como vivimos en estos lares, en esta
Ceuta de nuestra alma, con cuatro culturas diferentes creo,
con toda honestidad, que la labor que tenemos que
desarrollar los que, de alguna manera, llegamos al público,
es tratar de minímizar los hechos y no hacer lo contrario. Y
procurar, por todo los medios a nuestro alcance, que no se
rompa la convivencia.
Creo, honestamente, que es un deber y una obligación de
todos los que de alguna manera nos dedicamos a los medios de
comunicación, no hacer una tormenta de unas gotas caídas
sobre un vaso de agua
. Y más en un ciudad como la nuestra donde tan sensible es
el personal que a la menor cosa que crea le puede afectar,
tira las piernas por alto, contra todo aquello que crean o
piensen es una ofensa aunque, realmente, otros piensen que
no es así.
Y si nosotros, los medios de comunicación, los que llegamos
al personal, en vez de evitar que eso ocurra, por las
razones que sean, nos dedicamos a echar más leña al fuego,
estámos alimentado algo que nos puede perjudicar a todos,
incluido los intereses de esta tierra que tanto decimos
querer y defender.
Y que conste, en acta, para que no haya equívocos que,
jamás, he aplaudido ni visto bien los insultos dedicados a
nada ni a nadie, Ni estoy de parte de nadie que ofenda a
nadie.
Lo que conociendo mi tierra, quizás eso sea una ventaja, y
la forma de pensar de cada una de las cuatro culturas que en
ella convivimos de forma pacifica y dando ejemplo al mundo
entero de lo que es la convivencia, jamás se me ocurriría
echar más leña al fuego sobre un asunto que pudiera dividir,
por cuestión de pareceres, sobre determinados asuntos, a dos
de nuestras cuatro culturas.
Primero, porque como profesional de los medios de
comunicación, ese no es mi deber. Mi deber, mirando por esta
tierra que me vio nacer, es todo lo contrario, tratar de
quitar fuego al asunto para que todos podamos seguir
viviendo en paz y no crear odios innecesario que puedan
repercutir negativamente en esa convivencia que estamos
disfrutando desde hace siglos.
Quizás digo todo esto porque, en verdad, lo siento y porque
como dicen en Cai “aquí hay que mamar”.
Ceuta es algo más que un trozo de suelo español. Es algo
mucho más especial, a la que hay que tratar con todo
cuidado, para tener satisfechas a las cuatro culturas que
convivimos.
Nosotros, jamás, defenderemos a nada ni a nadie que atente
contra los sentimientos de otras personas, sea carnaval o
deje de serlo .Pero, de lo quede ninguna de las maneras,
haríamos, conociendo la sensibilidad de este pueblo, es
alimentar el fuego que haya podido surgir por diferencias de
pareceres a la hora de esa interpretaciones sobres las
letras del carnaval.
Todos debemos aportar nuestros esfuerzos para que, por nada
del mundo se rompa esa convivencia que nos hace presentarla,
ante los ojos del mundo, como ejemplo a imitar.
Y al referirme a todos, entra en ello todos nuestros
políticos con representación en la Asamblea porque, todos
ellos, representan al pueblo de Ceuta y no a una parte de
ese pueblo.
Y desde sus puestos de representación del pueblo de Ceuta,
tienen la obligación de hacer el mayor esfuerzo posible,
porque vuelva la calma y mantenernos, ante los ojos del
mundo, como ejemplo a seguir de convivencia entre las cuatro
culturas.
Luchemos todos los ceutíes, sin distinción de credos o razas
por mantener la convivencia que venimos disfrutando desde
hace siglos, volviéndole las espaldas, a todos aquellos que
por intereses bastardos continúan echándole leña al fuego.
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