La fuerte lluvia posterior a una
tarde extremadamente ventosa, no fue impedimento para que
los ceutíes salieran a la calle a disfrutar de un ambiente
carnavalero que no se ‘aguó’ pese al chubasco. Fue el
carnaval de los soportales; el de los disfraces y ganas de
fiesta.
Estaba todo preparado para que la cabalgata trascurriera
vistosa, a ritmo y ordenada... la lluvia rompió el orden,
apresuró el ritmo, pero ni las circunstancias esperadas por
los medios de comunicación nacionales con vehículos de
enlace por satélite -alertados por la supuesta bronca-, ni
la borrasca sobrevenida, fueron impedimento para que los
ceutíes en general salieran a la calle a disfrutar de los
últimos coletazos de las fiestas de Don Carnal antes de
entrar, a tope, en tiempo de Cuaresma.
Ceutíes en la calle: cristianos, musulmanes, hindúes y
hebreos; ceutíes pasándolo bien como participantes activos o
pasivos de una cabalgata que se preveía lucida. Lo que
demuestra que la cordura, la racionalidad, la reflexión y la
transigencia siguen siendo virtudes de los habitantes de
esta tierra a quienes, está claro, nadie debe dar lecciones
de convivencia y coexistencia.
La convivencia pasará por momentos mejores o peores, como de
igual modo puede suceder en una familia. En Ceuta, con los
medios de comunicación nacionales pendientes de la gresca,
la normalidad -pese a la lluvia- fue la tónica general de
una tarde-noche de carnaval de tempestuosa lluvia al estilo
de los mejores momentos de las organizaciones festivas de
García Bastida. En este caso, García Bernardo quien se
mostraba feliz por la respuesta popular, también ha podido
comprobar los efectos de una G.B. (Gran Borrasca) en un
evento de calle, como en los buenos tiempos, que diría
aquel.
Con el humor que debe prevalecer en esta época carnavalera,
proponemos mas sonrisas, más relajación y aparcar las
tensiones al objeto de canalizarlas para fines distintos a
los previstos.
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