Tengo dos sentimientos
contradictorios. El primero de ellos, la enorme satisfacción
que me ha producido la noticia de que a nuestros compañeros
de “El Faro” los leen, cada día, 30.000 personas. Y el otro,
por supuesto negativo por la parte que como columnista de
toda la vida me afecta, al conocer que a los que hacen la
columnas de opinión son los menos leídos. Me explico,
Quiero que quede clara mi postura, en este asunto, como
decano que soy de la prensa escrita aunque, a algunos
analfabetos, les cueste trabajo reconocerlo incluso
evitándome de los protocolos.
A mi, ser decano o no serlo, me importa un bledo y el otro
también. A mi lo que, realmente, me gustaría ser es aquél
chaval que con dieciséis años llegaba a la redacción del
periódico a hacer sus pinitos periodísticos.
Seria una gran alegría el saber que seguía teniendo la misma
edad de aquel entonces y que no había cumplido años. Oiga,
amigo guardia, porque eso de cumplir años está una jartá de
feo. Cosa, por demás, que cabrea una jartá a todos esos
politiquillos de medio pelo que se le caen los fundillos de
los pantalones y la próstata empieza a hacer su aparición. ¡Dita
sean las cazuelas de papas con fideos gordos!
O sea, aclarando que es gerundio, para tranquilidad de esos
analfabetos, personajillos de medio pelo que no quieren
reconocer el asunto, se pueden quedar tranquilos que eso de
ser el decano, me la trae floja y pendulona al fresco del
poniente fuerte. ¿Está claro o lo explico mejor?.
Ahora bien, por una sola vez , me voy a revestir de ese
cargo y en el cumplimiento del deber que tengo para con el
mismo, voy a hacer todas las gestiones oportunas, ante quien
haya lugar, para que se tenga un reconocimiento con el
periódico decano por labor de fomentar la lectura, al
conseguir que le lean, diariamente, 30.000 personas .
Tengo envidia sana, lo reconozco, de esa consecusión de
30.000 lectores diarios ¿Quién los pudiera tener en una
ciudad de poco más de setenta mil habitantes?. Repito,
insisto, tengo envidia sana.
Y es que, aunque las comparaciones sean odiosas, comparando
el número de lectores, en sólo esta ciudad con algo más de
setenta mil habitantes, el decano tiene más lectores que los
más poderosos medios, caso del País o el Mundo e incluso del
más leído el Marca, ya que ellos están en todo el territorio
nacional y parte del extranjero.
Desde aquí y desde ya quiero enviar mis felicitaciones más
sinceras a todos aquellos que, con su esfuerzo, han logrado
semejante hazaña digna de ser anotada en el libro de los
Guinnes.
Se podría escribir, con la cantidad de los 30.000 lectores,
un slogan publicitario que díjese “mínimo de ventas, máximo
de lectores”. El slogan publicitario es un regalo del menda
que, de alguna forma, quiere contribuir, a tan
extraordinario acontecimiento. Porque extraordinario es, por
ejemplo que vendan, por un suponer, mil doscientos
periódicos diarios y consigan que lo lean 30.000 personas.
Es decir que lo compra uno y ese mismo periódico lo leen
veinticinco más.
Oiga, amigo guardia, es tanta la satisfacción que siento,
ante esa extraordinaria noticia, que tengo que hacer lo
imposible, como decano de los medios escritos que soy, para
conseguir sino un premio alguna mención especial a este
enorme esfuerzo por fomentar la lectura.
Sin embargo, les decía que tenía dos sentimientos
contradictorios. Uno la enorme satisfacción que me produce
el logro, por el decano, de esos 30.000 lectores diarios. Y
el otro, el enorme pesar que me produce que los menos leídos
sean los artículos de opinión.
Eso, puede ser, no digo que sea, pero todo indica que sus
contenidos no interesan nada más que a una minoría porque
los encargados de realizarlas no tienen, en sus escritos, el
gancho suficiente para atraer a los lectores.
La verdad es que flaco favor le hacen las encuestas a esos
columnistas de “El Faro” cuando, de todo el mundo, es
conocido que los más importante medios de comunicación
escritos están, siempre, a la casa y captura de buenas
plumas capaces de crear, cada día, una opinión, que son los
que le dan prestigio al periódico y, además, esas plumas
creadoras de la opinión son las mejores pagadas en cualquier
periódico. Umbral, Martín Prieto, Ussía y Raúl del Pozo por
nombrar a algunos, son vivo ejemplo de ello.
Las noticias se pueden leer, ver o oír, en cualquier medio
de comunicación. Las columnas de opinión son creaciones,
totalmente, diferentes a las noticias. donde los autores de
las mismas dan su parecer sobre ciertos acontecimientos con
los que se podrá estar o no de acuerdo pero que, sin duda
alguna, dan una fuerza y un gran interés a los periódicos
que cuentan con buenos columnistas capaces, con sus
opiniones, de crear corrientes diferentes entre los lectores
e incluso a comentarse en diferentes tertulias.
Las columnas de opinión, son, hoy por hoy, el ser o no ser
de un periódico.
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