El representante de la comunidad hindú en Ceuta, Ramesh
Chandiramani, informó ayer de que se encuentra a la espera
de que la viceconsejera de Bienestar Social, Celinia de
Miguel, le haga entrega de ‘las llaves’ del nuevo recinto
que acogerá el crematorio funerario.
Chandiramani comentó que las instalaciones “están muy bien”
y cree que tras el descanso vacacional de agosto, se hará
oficial la cesión del recinto. Los flecos que quedan por
cerrar se refieren a la titularidad de gastos menores como
la luz y el agua, que en opinión del representante hindú,
deben correr a cargo de la Ciudad como se ha hecho siempre y
de hecho, se lleva a cabo en el resto de cementerios.
El traslado del crematorio hindú seproduce por la
construcción de la planta de reciclaje orgánico que se
proyecta en la zona y que por lo tanto, necesita el terreno
donde se ubica el crematorio actual.
El nuevo recinto también se ubica dentro de Santa Catalina.
Chandiramani explicó que el sistema de incineración ha
mejorado mucho en las últimas décadas, porque hace años se
llevaba cabo en plena playa. Esto suponía celebrar el rito
tradicional en unas condiciones molestas para el resto de
ciudadanos. Esta ceremonia se ha regulado y actualmente se
celebra en lugares específicos como el crematorio que se ha
trasladado o en los mismos hornos de incineración de las
funerarias de la ciudad.
El enterramiento hindú no es tal porque los cuerpos se
incineran en una pila de leña al modo tradicional o en las
instalaciones modernas de las empresas funerarias. Esto
supone un coste más elevado que el enteramiento sencillo.
Las familias esparcen las cenizas en el río Ganges en La
India o bien, una parte al mar puesto que los guías
espirituales profesan que al desembocar el Ganges en el mar,
es lícito esparcir las cenizas de los difuntos al agua
salada donde confluyen a lo largo y ancho del mundo.
El número de defunciones al año en Ceuta de la comunidad
hindú es muy inferior al registrado en otras comunidades
como la musulmana, la hebrea o la cristiana. Apenas se
contabilizan cinco casos anuales, según datos de las
funerarias ceutíes.
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