Llegó el momento de decir adiós, cientos de feriantes
recogieron ayer sus bártulos, sus casetas y sus productos
poniendo rumbo a otras ferias andaluzas y con ellos la Feria
ceutí se dio por concluida hasta el año que viene. Tras
meses de preparativos e ilusiones, la semana de las fiestas
patronales concluyó dejando de nuevo los llanos de La Marina
con su habitual aspecto despejado para las pistas
deportivas.Casetas tradicionales, de bares, chiringuitos,
atracciones y conciertos han conformado un recinto ferial en
el que se han satisfecho las necesidades de grandes y
pequeños.
Cada noche, un malabarista extranjero concentraba toda la
atención de quienes disfrutaban de la Feria y transitaban
por el pórtico de entrada al recinto. Una vez traspasados
los arcos de esa simulada fachada de la Asamblea una Ceuta
diferente se abría a los ojos de los visitantes ya fueran
foráneos o locales. Luces de colores, música, buena
temperatura y gente, mucha gente, ofrecían una cara
totalmente distinta de esta ciudad que ha salido en masa a
la calle para disfrutar de sus fiestas patronales.
Aparte de las habituales casetas en las que se han podido
degustar exquisitos platos caseros, las calles se han
plagado de chiringuitos en los que comprar algodón dulce,
coco, manzanas caramelizadas, patatas asadas, turrón: duro,
almendrado, blando.... y pulpo. Tan sólo un puesto de pulpo
ha quedado en esta feria en la que, antaño, había hasta 4
repartidos por el recinto. Paco, el dueño de ‘La boutique
del pulpo’, cocinaba ante los ojos de los transeúntes 10
exquisitos pulpos cada noche. Ha venido a Ceuta cada feria
durante los últimos 20 años.
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