Todo lo bueno llega a su fin,
aunque en el caso de las fiestas patronales queda el
consuelo de que volverán a repetirse. La Virgen de África
cerró las celebraciones con una multitudinaria procesión en
la que se hizo patente que los ceutíes acuden a su encuentro
agosto tras agosto para mirarla, pedirla y bañarla de
flores. El manto no fue problema para que los fieles la
acompañaran por las calles de la ciudad. Fue un día intenso
para los católicos que, más tarde, se fundieron con el resto
de los ciudadanos para despedir la Feria como se merece. La
resaca de las fiestas verá la luz durante la semana y más de
uno bajará por la noche a la explanada de La Marina creyendo
que la montaña rusa y las casetas siguen allí. Pero, como
dice la canción el final del verano llegó y tú partirás. Así
que los feriantes comenzaron ayer por la noche a empaquetar
los bártulos rumbo a la siguiente fiesta que se encuentren
por España. La Policía y la Guardia Civil vigilaron -y
siguen haciéndolo hoy- que la salida de tráilers, camiones y
caravanas discurra con normalidad y que ningún pasajero
viaje sin billete. Normalidad que ha dominado las fiestas
patronales gracias a la actuación policial, por un lado, y
al comportamiento cívico de los ceutíes. Salvo las peleas
fruto del cóctel nocturno y las ganas de emociones fuertes,
el recinto ferial ha sido escenario de una celebración
calmada e iluminada por más de 350.000 bombillas. Trajes de
lunares al armario, peinetas al cajón del tocador y abanicos
¡no!, esos que nos los guarde nadie que el calor sigue
siendo un fiel compañero de los ceutíes a lo largo del
verano. Ayer era el último día para ganar el tradicional
perrito piloto, aunque se han visto más bien conejitos rosas
colgados de los puestos. Ahora toca volver a la rutina.
Algunos pueden seguir disfrutando de las vacaciones y otros
dormirán alguna hora más que las descansadas en esta semana
de fiestas patronales. Queda un día menos para la próxima
Feria de Ceuta.
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