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OPINIÓN - VIERNES 30 DE SEPTIEMBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

El asedio a Ceuta
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Ceuta ha estado siempre asediada por las declaraciones de los Reyes de Marruecos -antes el padre y ahora el hijo- y por las reivindicaciones del Istiqlat: las cuales le permiten a este partido salir a la palestra, cada dos por tres, para que sus seguidores crean que cuenta algo en el entramado político de Rabat. Es una situación a la que los ceutíes han ido acostumbrándose, haciendo de tripas corazón y aun a costa de ir almacenando mala leche contra el reino vecino y susceptibilidad a raudales. Algo lógico entre quienes están cansados de oír y leer, que la tierra donde nacieron no les pertenece y que día llegará en que habrán de coger las de Villadiego.

Digo que los ciudadanos ceutíes, aunque siempre se revuelven furiosamente contra los gestos y excesos verbales de unos marroquíes dispuestos a quedarse por la cara con la Andaluza niñería, son conscientes de que han de vivir toda la vida soportando esa cruz. Y, de hecho, la conllevan con toda la dignidad posible y procuran que no les amargue la existencia. Y lo consiguen: Ceuta es, sin duda, una de las ciudades más alegre que pueda tener España.

Sin embargo, lo que los ceutíes no perdonan es cuando las ofensas proceden de españoles emperrados en cambiar la realidad de los hechos y disfrutan haciendo declaraciones indeseables y, por supuesto, capaces de soliviantar a las personas más apáticas.

Es lo que ha ocurrido, últimamente, con Máximo Cajal y, más reciente aún, con María Antonia Iglesias: una hincha furibunda de Felipe González y, por lo tanto, muy proclive a que la aristocracia de Marruecos se salga con la suya en lo tocante a Ceuta y Melilla.

La que fuera jefa de los Informativos de TVE entre 1990-1996, se dejó caer en el programa de la indecible María Teresa Campos con una frase que dejaba traslucir su encono por Ceuta y Melilla.

-Ante una hipotética cesión de ambas ciudades, hay que tener en cuenta dónde está Ceuta y Melilla y dónde España.

En esos momentos, los ceutíes, amén de acordarse de todos los muertos de la periodista de El País, se acordaron también de José María Aznar y de la invasión de Perejil. Como no podía ser menos. Incluso los hubo que, siendo contrarios acérrimos a la forma de ser de la derecha, tuvieron palabras de afecto para Federico Trillo. Y es que la primera patria de uno, si cree en ellas, no deja de ser nunca el sitio donde nació y transcurrió su infancia.

Pero cuando todavía se mantenía la indignación ciudadana por las palabras deplorables de la albóndiga -mote que pusiera el fallecido Campmany a la señora Iglesias- en relación con Ceuta y Melilla, sucede que ambas ciudades se quedan fuera de la cumbre que España mantendrá con Marruecos en Sevilla y Córdoba. Cumbre en la que se tratará del comercio y de la inmigración. Y, sobre todo, de la invasión que se ha producido por el perímetro fronterizo.

Y otra vez, y lo que te rondaré, morena, han tenido que protestar Vivas e Imbroda, enérgicamente, contra una injusticia que no admite ni siquiera las explicaciones de un Moratinos que parece estar pensando más en pasado con turbante que con la cruz de Santiago. Lo que sí estamos seguro es que ni el ministro ni la Iglesias ven con buenos ojos que Ceuta y Melilla sean españolas de por vida. Lo cual, indudablemente, le presta un flaco servicio a los socialistas de Ceuta. Pues no me cabe la menor duda de que María Antonia Palomo, secretaria general, estará sufriendo lo indecible por dos motivos: uno, porque es una caballa de pies a cabeza. Otro, porque sabe perfectamente que semejantes atropellos producen entre los ciudadanos un rechazo a su partido. Mi estimada amiga, no merece ese castigo.
 

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