Ceuta ha estado siempre asediada
por las declaraciones de los Reyes de Marruecos -antes el
padre y ahora el hijo- y por las reivindicaciones del
Istiqlat: las cuales le permiten a este partido salir a la
palestra, cada dos por tres, para que sus seguidores crean
que cuenta algo en el entramado político de Rabat. Es una
situación a la que los ceutíes han ido acostumbrándose,
haciendo de tripas corazón y aun a costa de ir almacenando
mala leche contra el reino vecino y susceptibilidad a
raudales. Algo lógico entre quienes están cansados de oír y
leer, que la tierra donde nacieron no les pertenece y que
día llegará en que habrán de coger las de Villadiego.
Digo que los ciudadanos ceutíes, aunque siempre se revuelven
furiosamente contra los gestos y excesos verbales de unos
marroquíes dispuestos a quedarse por la cara con la Andaluza
niñería, son conscientes de que han de vivir toda la vida
soportando esa cruz. Y, de hecho, la conllevan con toda la
dignidad posible y procuran que no les amargue la
existencia. Y lo consiguen: Ceuta es, sin duda, una de las
ciudades más alegre que pueda tener España.
Sin embargo, lo que los ceutíes no perdonan es cuando las
ofensas proceden de españoles emperrados en cambiar la
realidad de los hechos y disfrutan haciendo declaraciones
indeseables y, por supuesto, capaces de soliviantar a las
personas más apáticas.
Es lo que ha ocurrido, últimamente, con Máximo Cajal y, más
reciente aún, con María Antonia Iglesias: una hincha
furibunda de Felipe González y, por lo tanto, muy proclive a
que la aristocracia de Marruecos se salga con la suya en lo
tocante a Ceuta y Melilla.
La que fuera jefa de los Informativos de TVE entre
1990-1996, se dejó caer en el programa de la indecible María
Teresa Campos con una frase que dejaba traslucir su encono
por Ceuta y Melilla.
-Ante una hipotética cesión de ambas ciudades, hay que tener
en cuenta dónde está Ceuta y Melilla y dónde España.
En esos momentos, los ceutíes, amén de acordarse de todos
los muertos de la periodista de El País, se acordaron
también de José María Aznar y de la invasión de Perejil.
Como no podía ser menos. Incluso los hubo que, siendo
contrarios acérrimos a la forma de ser de la derecha,
tuvieron palabras de afecto para Federico Trillo. Y es que
la primera patria de uno, si cree en ellas, no deja de ser
nunca el sitio donde nació y transcurrió su infancia.
Pero cuando todavía se mantenía la indignación ciudadana por
las palabras deplorables de la albóndiga -mote que pusiera
el fallecido Campmany a la señora Iglesias- en relación con
Ceuta y Melilla, sucede que ambas ciudades se quedan fuera
de la cumbre que España mantendrá con Marruecos en Sevilla y
Córdoba. Cumbre en la que se tratará del comercio y de la
inmigración. Y, sobre todo, de la invasión que se ha
producido por el perímetro fronterizo.
Y otra vez, y lo que te rondaré, morena, han tenido que
protestar Vivas e Imbroda, enérgicamente, contra una
injusticia que no admite ni siquiera las explicaciones de un
Moratinos que parece estar pensando más en pasado con
turbante que con la cruz de Santiago. Lo que sí estamos
seguro es que ni el ministro ni la Iglesias ven con buenos
ojos que Ceuta y Melilla sean españolas de por vida. Lo
cual, indudablemente, le presta un flaco servicio a los
socialistas de Ceuta. Pues no me cabe la menor duda de que
María Antonia Palomo, secretaria general, estará sufriendo
lo indecible por dos motivos: uno, porque es una caballa de
pies a cabeza. Otro, porque sabe perfectamente que
semejantes atropellos producen entre los ciudadanos un
rechazo a su partido. Mi estimada amiga, no merece ese
castigo.
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