Uno de los comedores de la orden franciscana de la Cruz
Blanca en Ceuta, sito en la zona de El Sardinero, acogió
ayer la llegada de los veinticinco primeros inmigrantes
subsaharianos que ayer lograron traspasar los ocho
kilómetros de alambrada que separan la frontera entre Ceuta
y Marruecos.
Ali Dimobou es uno de ellos. Al igual que el resto de sus
compañeros, este joven guineano admite haber transcurrido
los dos últimos años de su vida en territorio marroquí,
buscando algún medio de subsistencia y preparando su salto
al territorio español. Todo su equipaje, la madrugada de
ayer, era una escalera construida en modo artesanal con
ramas de árbol. “Lo único que busco en España es un trabajo
para poder enviar dinero a mi familia, si no es aquí, en la
península, en Madrid o Barcelona”, afirma el joven en un
entrecortado francés.
Secundados por miembros de la policía nacional y de la
guardia civil, los recién llegados esperan espectantes un
plato de comida en la Cruz Blanca, organización habituada a
este tipo de llegadas constantes de ciudadanos subsaharianos.
Para los empleados del comedor, el suceso de ayer no supone
un hecho aislado, ya que diariamente acogen a otros
inmigrantes que llegan a la ciudad en condiciones similares
a las de estos jóvenes, en una situación desesperada.
La mayoría de ellos, en su totalidad varones, proceden de
países del África occidental, como Gambia, Guinea Bissau o
la República de Mali.
Vestidos con la indumentaria deportiva de las fuerzas
armadas que el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI)
reparte en estos casos, ellos son sólo veinticinco
afortunados de las más de seiscientas personas que durante
la madrugada de ayer trataron de llegar a Ceuta.
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Carlos Guarte dirige el ‘Proyecto de Inmigración en España’
El responsable del ‘proyecto de
inmigración en España’ de Médicos sin Fronteras, Carlos
Guarte, alertaba ayer de la situación que se vive en los
puntos fronterizos españoles. “Llevamos un ‘septiembre
negro’, contabilizando ocho muertos”, admite preocupado. “La
situación en el interior de Ceuta ha mejorado
considerablemente, pero en la frontera lo que ha hecho es
agravarse”, añade. Guarte es buen conocedor de la realidad
fronteriza, ya que en septiembre de 2003 formaba parte del
hospital de campaña que la institución instaló junto al CETI.
Desde Médicos Sin Fronteras, la opinión general apunta a
señalar que “un país como España, que tiene ratificados una
serie de tratados en materia de derechos humanos no debería
basar exclusivamente el atajo de este tipo de incidentes en
el refuerzo de las fronteras”.
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