Zapatos sueltos, objetos personales diseminados y cientos de
inmigrantes subsaharianos hacinados tratando de pasar la
valla que separa Ceuta y Marruecos. Ése era el escenario con
el que se encontraron pasadas las tres y media de la mañana
los efectivos del 061 cuando se personaron en el perímetro
fronterizo tras el aviso de la Guardia Civil.
A medida que avanzaban los minutos, y al no conocer la
gravedad de los hechos, fueron trasladándose hasta la zona
el servicio ordinario de Urgencias con una UVI y dos
médicos. Pero los efectivos sanitarios, según su propia
narración, no creían el espectáculo que estaban observando.
Casi al mismo tiempo, la directora de Atención Primaria del
Instituto de Gestión Sanitaria (INGESA), Antonia Granados se
puso en marcha, envió a otras cuatro ambulancias y movilizó
a todo el 061 y a todos los médicos que estaban de guardia
en Urgencias. Los servicios sanitarios se reunieron en las
Murallas Reales donde se organizaron para que la mitad
acudiese a atender a los heridos a las cercanias del Biutz y
la otra mitad esperó en los centros sanitarios a que
llegasen los primeros subsaharianos.
La madrugada se convirtió en una contrarreloj en la que
trabajaron todos los equipos sanitarios que organizaron, en
cuestión de minutos, todo el dispositivo. Según el
testimonio de los allí presentes, en el perímetro fronterizo
el espectáculo que se vivía eran “dantesco”. “Los
inmigrantes se amontonaban y se hacían heridas al aplastarse
unos contra otros, e incluso se encontraron con dos
muertos”, explicaba uno de los médicos que atendieron en el
perímetro fronterizo a los heridos.
Al menos 46 inmigrantes, los más graves, fueron trasladados
al Hospital Civil, mientras los de segundo nivel, unos 21,
fueron destinados al Militar. Los otros 50 pacientes que
contaban con magulladuras y algunas otras heridas leves
fueron atendidos en el centro sanitario José Lafont.
Cooperación sanitaria
Uno de los médicos que se encontraba en el servicio de
Urgencias del Lafont, el doctor Driss, indicaba que, en
cualquier caso, la actuación de las autoridades sanitarias
había sido ejemplar. “Todos se desplazaron ‘in situ’ para
comprobar de primera mano la dimensión de la tragedia y si
era necesaria su presencia”. De hecho, a medida que
avanzaban las horas e iban recibiendo a un mayor número de
heridos, la confusión y el colapso era mayor y necesitaban
más ayuda humanitaria. Dadas las circunstancias, muchos de
los médicos que tenían que atender a otros pacientes que
tenían cita tuvieron que posponer las revisiones y dedicarse
en exclusividad al auxilio de los inmigrantes subsaharianos.
A las doce de la mañana aún seguían recibiendo heridos,
aunque el goteo era mucho más disperso, y los que ya habían
sido tratados eran trasladado al Centro Estancia Temporal de
Inmigrantes (CETI) donde se ha tenido que habilitar más
espacio al estar el recinto casi completo por tener 500 de
sus 512 plazas cubiertas.
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