No hay manera de que Ceuta pase a
segundo plano, en los medios de comunicación, ni siquiera
cuando los catalanes acaparan la atención por medio de unos
políticos que, dada su forma de vestir, parecen herederos de
aquellos catalanes que hicieron posible el nacer de la mafia
en tierras sicilianas. Si no fuera porque los progenitores
de Carod Rovira son aragoneses, uno hablaría del fuerte
atavismo que hay en un tío que se ha preocupado de uniformar
a los suyos con ropajes de corte parecido a quienes
pertenecen a la Cosa Nostra.
Ceuta, además de estar en el candelero nacional de las
noticias y en boca de alguna que otra comadre venida a
quitarse el hambre a la ciudad, aunque con derecho a
rebuznar contra ella en cualquier rincón de Andalucía, se ha
convertido en una ciudad muy visitada por los políticos,
últimamente. El último de nuestros ilustres visitantes ha
sido Pedro Zerolo; a quien hay que agradecerle que en plena
luna de miel haya decidido prescindir de su estancia en
cualquier lugar paradisíaco, para viajar hasta aquí y
hacerse las fotografías de rigor con María Antonia Palomo.
Merecedora, por supuesto, de que su partido esté tratando de
sacarla de la miseria en la que la tiene hundida un gesto
incomprensible de ZP que jamás le perdonarán los ceutíes.
Zerolo, amén de concejal de Madrid, es Secretario de
Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG de la la
Ejecutiva nacional del PSOE. Y, desde luego, ha sido el
hombre que más ha luchado porque pudieran casarse los
homosexuales. Lo cual le ha permitido matrimoniar con su
novio de toda la vida: según creo haber leído.
De las declaraciones de Zerolo he creído oportuno prestarle
atención a lo siguiente: “Aviso de que las relaciones con
Marruecos no pueden basarse en una exigencia continua. Y
concluye así: “Ese país está demandando ayuda y tiene que
desarrollarse”.
Me consta que las palabras de Zerolo han caído la mar de
bien entre los comerciantes de la ciudad, que en su fuero
interno están más que preocupados porque la frontera vuelva
a endurecerse en la misma medida que lo estuvo cuando en la
plaza de los Reyes había otro delegado del Gobierno. Sé de
buena tinta que en estos momentos el clima reinante en la
frontera dista mucho de ser aquel otro donde cada día se
hostigaba a quienes se ganan la vida nutriéndose en Ceuta de
las artículos que allí escasean o están marcados por precios
más altos. Lo cual es tan natural como justo: tanto
comerciantes como empresarios tienen en Marruecos al
principal cliente que les permite, si las relaciones son
buenas, seguir obteniendo los beneficios correspondientes
para continuar en la brecha.
Los últimos acontecimientos, ocasionados por el problema de
los inmigrantes y las críticas acerbas que se han hecho
contra las autoridades marroquíes, han conseguido que los
comerciantes permanezcan en vilo porque están convencidos,
lo han vivido muchas veces, que en cualquier momento se les
ordenará a los guardias fronterizos que cambien benevolencia
por rigor y que empiecen a joder la marrana del tráfico
comercial. Vivas manifestaba, días atrás, que no es preciso
reivindicar la españolidad de Ceuta permanentemente. Pues
enterado está de cómo los comerciantes hablan en privado de
que están viviendo mejor con el actual delegado del
Gobierno. Cierto que, más tarde, se descolgaba apoyando la
moción de su partido en el Congreso de los diputados,
pidiendo la ratificación de la españolidad de la tierra. O
sea que el presidente vive en una contraposición tan
necesaria como la que han de adoptar los comerciantes: éstos
se irritan y se enfurecen con muchas actuaciones de los
marroquíes. Pero la pela es la pela...
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