Sobria, serena y segura. Pocas cosas distinguen a la
vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández
de la Vega, de la realidad. Ayer visitaba Ceuta para
explicar las actuaciones que el Ejecutivo nacional va a
poner en marcha tras la avalancha de inmigrantes que la
pasada semana cruzaba de manera ilegal el perímetro
fronterizo. Fernández de la Vega, acompañada de la
secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, llegaba
al Helipuerto de Ceuta con una hora y media de retraso. Allí
se fundía en un abrazo con el delegado del Gobierno,
Jerónimo Nieto, con el que, inmediatamente, comenzó a
conversar acerca de la apretada agenda programada para la
jornada. La secretaria general del PSOE ceutí, María Antonia
Palomo, el viceportavoz del Grupo Parlamentario Socialista,
Sergio Moreno y el Comandante General, Luis Gómez-Hortigüela,
fueron algunas de las autoridades que también se reunieron
para recibir en las pistas del helipuerto a la comitiva
nacional.
Juntos se dirigieron al Palacio Autonómico donde el
presidente de la Ciudad, Juan Vivas, la portavoz del
Ejecutivo, Elena Sánchez, y la consejera de Sanidad y
Bienestar Social, Yolanda Bel, les esperaban. Saludos
cordiales, firmas en el Libro de Honor de la Ciudad Autónoma
y una breve reunión con los portavoces de los partidos
políticos con representación en la Asamblea. “Ha sido una
reunión corta pero muy intensa”, aseguraba la vicepresidenta
primera, “en un breve espacio de tiempo cada uno de los
portavoces ha expresado su opinión y me llevo una crítica
muy plural”, indicó.
Eran cerca de las tres y media de la tarde y Juan Vivas se
fundía en un abrazo con Fernández de la Vega; rápidamente la
comitiva subía a los coches y continuaba su marcha hacia el
perímetro sin lograr recuperar el tiempo de retraso... La
zona de la Inspección Técnica de Vehículos fue el lugar
elegido por los organizadores de la agenda del día para
iniciar el recorrido. El Comandante General explicaba a la
comitiva un Plan de Vigilancia del perímetro. Los militares
y la Policía Nacional discutían con los periodistas, el
cartel informativo desapareció, más abrazos cordiales,
rápido a los coches y la vicepresidenta primera, junto a los
representantes de la Delegación del Gobierno, del PSOE y del
Ejecutivo central, continuaba su recorrido por el perímetro.
Los demás, cerca de una hora a la espera de su llegada a las
puertas del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.
Cuatro y media de la tarde... la comitiva llegaba al CETI y
tras nuevos saludos cordiales comenzaba una ruta por las
instalaciones. María Teresa Fernández de la Vega saludó a
los inmigrantes, en su mayoría subsaharianos, que aguardaban
en la sala de espera de la consulta médica. Allí conversó
con el responsable, que explicó su trabajo una semana
después de que ocurriera la avalancha.
“Ahora lo peor ya ha pasado. Llevamos un seguimiento de los
enfermos y nos preocupamos de que se recuperen de sus
heridas y de que cicatricen”, indicó el médico. “En mi
nombre y en el del Gobierno queremos mostrarles nuestra
satisfacción por su trabajo y comunicarles que éste es un
tema que nos sensibiliza y nos preocupa”, contestaba la
vicepresidenta primera.
Enfermería, sala de curas, habitaciones habilitadas para la
ocasión ante la escasez de plazas para todos los inmigrantes
que asaltaron el perímetro el pasado jueves, patio de
reuniones... medios de comunicación a la calle y la reunión
continúa durante unos minutos a puerta cerrada.
A falta de un cuarto de hora para las cinco la visita
finalizaba. Pero no fue hasta cerca de las seis y media
cuando la vicepresidenta primera se reunía en la Delegación
del Gobierno con los representantes de las diferentes
Organizaciones No Gubernamentales. Después llegaba el turno
de la prensa. Y allí estaba ella. Anunciando medidas que
ayuden a solucionar el problema de la inmigración en Ceuta.
Sobria, serena y segura.
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