En un mundo revuelto, y en una
España que está como una jaula de grillos, Ceuta y Melilla
vienen siendo motivo de preferente atención en los medios
por los problemas que están ocasionando los inmigrantes. Y
si a ello le sumamos el empeño que tienen los gobernantes
marroquíes en demostrar que ambas ciudades les pertenece, no
debemos extrañarnos que aprovechen cualquier coyuntura para
airear sus reivindicaciones a los cuatro vientos.
La coyuntura actual tiene nombre y apellidos: José Luis
Rodríguez Zapatero. Un presidente a quien muchos recibimos
con la alegría que produce la llegada de una bocanada de
aire fresco y que verá, más pronto que tarde, cómo en España
se grita lo que ya dijo en su día un arrepentido Ortega de
la República tan celebrada por él en sus comienzos: “Esto no
es, esto no es...”.
Los gritos principian a oírse por muchos puntos peninsulares
y en Ceuta las protestas alcanzaron la categoría de clamor.
Ocurrió el miércoles pasado, en la plaza de los Reyes, y a
mí me dio pena comprobar de qué manera ZP ha dejado a los
socialistas de esta tierra tocados de un ala. Con las
ilusiones maltrechas y pensando con qué cara se presentan de
casa en casa para pedir el voto en las próximas elecciones
autonómicas.
Porque obtener la confianza de los votantes es tarea
necesitada de muchas horas de trabajo y, por supuesto, de
mucho poder de convicción para ganarse su voluntad. Me
consta que los socialistas de Ceuta han trabajado siempre
duramente, con pocos medios, y haciendo frente a los
innumerables tropelías cometidas por quienes disfrutaron de
cargos en el partido. Herencias de personas atrabiliarias y
dispuestas, sobre todo, a enriquecerse en la política por
cualesquiera medios. Pues bien, cuando parecía que el
excelente trabajo de sus dirigentes, unido al desgaste que
va acumulando el partido gobernante, serviría a los
socialistas ceutíes para conseguir unos resultados
satisfactorios en las próximas elecciones, un ZP tan
negligente como dubitativo, los hunde en la miseria y los
deja a merced de los vientos.
Lo cual supone un problema para los socialistas y, sobre
todo, para Ceuta. Puesto que la democracia está necesitada
de partidos muy fuertes en la oposición. Y con el silencio,
ya tan sonado, de ZP en Sevilla, difícilmente podrán evitar
los domiciliados en la calle de Daoíz que el Partido Popular
arrase de nuevo en las urnas.
Me imagino que María Antonia Palomo habrá aprovechado la
visita de la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la
Vega, para explicarle que la falta de tacto del presidente
la ha dejado a ella, y por consiguiente a todos sus
compañeros, con el trasero a la intemperie y en un estado de
absoluta indefensión. ¿Cómo se atreverán a decir los
socialistas de Ceuta, a partir de ahora, que el Gobierno de
ZP tiene siempre en mente la defensa de la ciudad? Cuando
éste desaprovechó en Sevilla la ocasión para convertirse en
un personaje admirado y votado en esta tierra.
Pasarán los días, la inmigración seguirá dando problemas y
serán realidades las ayudas en todos los sentidos, por parte
del Gobierno de la Nación. Sin duda. Entre otras razones,
porque el escándalo permanente no haría más que ir socavando
los cimientos de un Gobierno que tiene abierto muchos
frentes. Mas nunca conseguirán ganarse el aprecio de unos
ceutíes que no se fían de ZP. Máxime cuando ha vuelto a
meter la pata al hablar de Ceuta y Melilla. “La soberanía de
Ceuta y Melilla es una cosa que está clara para mucho
tiempo”. Y se quedó tan pancho.
Felipe González lo veía así: “No hablo de Ceuta y Melilla en
Rabat, porque luego me pedirían las Canarias” (M. Prieto).
|