A lo largo de su trayectoria profesional como piloto de las
Fuerzas Aéreas, el Capitán Calleja ha tenido oportunidad de
viajar a numerosos países y zonas de conflicto para prestar
apoyo como piloto de patrullas marítimas y lucha
antisubmarina.
Desde el año 1999, han sido varias las misiones que lo han
llevado fuera de nuestras fronteras: participó en un curso
para tripulaciones de lucha antisubmarina en Escocia; estuvo
en un intercambio de tripulaciones de P3 en
Noruega;participó en una instrucción en un simulador de
vuelo en Holanda e, incluso, Estados Unidos, donde participó
en un intercambio de profesores con la Academia de la Fuerza
Aérea de este país en Colorado Springs. También estuvo en
varias misiones en Yibuti, en el Cuerno de África, con
motivo del desarrollo de la ‘Operación Libertad Duradera’
que tuvo lugar en Afganistán entre 2002 y 2003, una
experiencia de la que guarda un grato recuerdo aunque era
una zona “bastante pobre”.
Además de realizar misiones aéreas, Francisco José Calleja
ha participado en tareas de Información Pública en la base
italiana de Aviano, en 2001, con motivo de las acciones
aéreas de paz realizadas por las Fuerzas Internacionales en
Bosnia y Kosovo.
La última misión realizada por el Capitán Calleja ha tenido
como escenario Afganistán, en la base de apoyo avanzado de
Herat, en el oeste del país. Allí no fue como piloto de un
P-3 Orion sino como apoyo terrestre encargado de realizar
tareas de Información Pública lo que ha supuesto que, en
lugar de permanecer en esta zona 40 días, haya estado cuatro
meses.
A pesar de los inconvenientes que pueda tener esta
profesión, el Capitán Calleja disfruta mucho con este tipo
de misiones que le permiten “viajar y ayudar a un país a
superar una guerra”.
Se le ve contento cuando habla de la profesión que ha
elegido aunque esto le suponga estar, en ocasiones, muy
lejos de su familia. Dice que ello se debe a que ingresó por
vocación en el Ejército y a que considera que el trabajo que
desarrolla en los países a los que va destinado “es por un
buen fin”.
La estancia en Afganistán ha sido toda una experiencia para
este piloto ceutí no sólo por el choque de culturas sino
también porque se trataba de la primera vez que realizaba
una misión de tanta duración (los pilotos suelen realizar
misiones de cuarenta días).
Lo primero que llama la atención al sobrevolar la zona oeste
del país, “una zona bastante tranquila”, es el paisaje. Un
inmenso mar de arena se divisa desde el aire. Según
desciende el avión, comienzan a divisarse las primeras zonas
verdes y a avistarse los edificios de Herat. En una zona
próxima a las dunas del desierto tiene su base el
destacamento español e italiano que la OTAN a enviado al
oeste afgano.
Ahora que no hay guerra, los soldados europeos allí
desplazados realizan tareas de apoyo y refuerzo. “Nuestra
obligación es ayudar al Gobierno de Afganistán en lo que
necesite. De hecho, estuvimos presentes en las elecciones
que se acaban de celebrar; nuestra tarea era la de
supervisar y controlar que todo se desarrollase con
normalidad, que no hubiese ningún problema”, explica el
Capitán ceutí Francisco José Calleja.
Después de cuatro meses de estancia confiesa que esta
experiencia ha sido “muy enriquecedora” tanto en el plano
personal como en el profesional ya que las fuerzas
desplazadas realizaban también tareas de coordinación de
envíos de ayuda humanitaria procedentes de donaciones
privadas.
A pesar de que se trata de zonas que ya no están en
conflicto, puesto que las guerras ya han finalizado, se
siguen adoptando medidas de seguridad para velar por la
integridad de los soldados puesto que “siempre existe el
riesgo de que se produzca un atentado terrorista y no
podemos estar desprotegidos”. Las Fuerzas de Paz
Internacionales no pueden dejarse llevar por esa aparente
normalidad y los soldados nunca se desplazan sin sus cascos,
sus chalecos antibalas y sus vehículos blindados.
Con respecto a las críticas que ha recibido el Ejército
español, últimamente, en las que se ha llegado incluso a
cuestionar la idoneidad de su existencia; este piloto de las
Fuerzas Armadas asegura que ésta es una institución
necesaria ya que “se trata de una cuestión de seguridad de
los estados y todos los países necesitan tener un Ejército
que los proteja”.
Por otra parte asegura que la labor que desarrollan las
Fuerzas Armadas Internacionales (ISAF) en países como
Afganistán es imprescindible, sobre todo en algunas áreas a
las que no llegan las ONG’s debido a su “inestabilidad”.
“Nuestra presencia es fundamental como elemento disuasorio,
gracias a ello, muchas Organizaciones No Gubernamentales
pueden continuar desarrollando sus tareas humanitarias y es
posible continuar con las labores de reconstrucción de unos
territorios devastados por la guerra”. “El Ejército que se
desplaza a estas zonas que acaban de salir de un conflicto
tiene como principal misión garantizar la estabilidad de la
zona”.
El Capitán Calleja explica también que, pese a las
adversidades y a la pobreza y destrucción actuales,
Afganistán es un país que está saliendo adelante poco a
poco. En estos momentos, “se vive un clima de tranquilidad,
todos los niños están escolarizados y las instituciones y
los orfanatos funcionan correctamente”.
Desde el pasado 17 de noviembre y tras cuatro meses de
estancia, el Capitán Calleja ha dado por finalizada su
misión en Afganistán y se encuentra de permiso en Ceuta, su
ciudad natal. Un lugar al que le gusta volver para
reencontrarse con su familia y sus amigos.
Dentro de un mes, regresará a la base aérea de Morón para
reincorporarse a su puesto como Capitán del Ejército del
Aire de las Fuerzas Armadas Españolas en el Grupo 22. En la
base sevillana retomará los mandos de uno de los siete P-3
Orion de guerra antisubmarina que habitualmente pilota y que
cuenta con una tripulación de diecinueve personas entre los
que se incluyen un radarista, un armero y un telegrafista.
Desde Morón, continuará realizando misiones de vigilancia
con destino a las Islas Canarias así como tareas de
reconocimiento marítimo que lo llevan a sobrevolar el
Estrecho de Gibraltar.
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