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SOCIEDAD - DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE DE 2005


EL CAPITÁN CALLEJA EN HERAT. CEDIDA

ENTREVISTA / CAPITÁN CALLEJA
 

El capitán Calleja, piloto ceutí
de las Fuerzas Aéreas, cuenta
su experiencia en Afganistán

Después de una estancia de cuatro meses en la ciudad de Herat regresa a Ceuta, su ciudad natal, para reencontrarse con los suyos
 

CEUTA
V
erónica Fernández

local
@elpueblodeceuta.com

A lo largo de su trayectoria profesional como piloto de las Fuerzas Aéreas, el Capitán Calleja ha tenido oportunidad de viajar a numerosos países y zonas de conflicto para prestar apoyo como piloto de patrullas marítimas y lucha antisubmarina.

Desde el año 1999, han sido varias las misiones que lo han llevado fuera de nuestras fronteras: participó en un curso para tripulaciones de lucha antisubmarina en Escocia; estuvo en un intercambio de tripulaciones de P3 en Noruega;participó en una instrucción en un simulador de vuelo en Holanda e, incluso, Estados Unidos, donde participó en un intercambio de profesores con la Academia de la Fuerza Aérea de este país en Colorado Springs. También estuvo en varias misiones en Yibuti, en el Cuerno de África, con motivo del desarrollo de la ‘Operación Libertad Duradera’ que tuvo lugar en Afganistán entre 2002 y 2003, una experiencia de la que guarda un grato recuerdo aunque era una zona “bastante pobre”.

Además de realizar misiones aéreas, Francisco José Calleja ha participado en tareas de Información Pública en la base italiana de Aviano, en 2001, con motivo de las acciones aéreas de paz realizadas por las Fuerzas Internacionales en Bosnia y Kosovo.

La última misión realizada por el Capitán Calleja ha tenido como escenario Afganistán, en la base de apoyo avanzado de Herat, en el oeste del país. Allí no fue como piloto de un P-3 Orion sino como apoyo terrestre encargado de realizar tareas de Información Pública lo que ha supuesto que, en lugar de permanecer en esta zona 40 días, haya estado cuatro meses.

A pesar de los inconvenientes que pueda tener esta profesión, el Capitán Calleja disfruta mucho con este tipo de misiones que le permiten “viajar y ayudar a un país a superar una guerra”.

Se le ve contento cuando habla de la profesión que ha elegido aunque esto le suponga estar, en ocasiones, muy lejos de su familia. Dice que ello se debe a que ingresó por vocación en el Ejército y a que considera que el trabajo que desarrolla en los países a los que va destinado “es por un buen fin”.

La estancia en Afganistán ha sido toda una experiencia para este piloto ceutí no sólo por el choque de culturas sino también porque se trataba de la primera vez que realizaba una misión de tanta duración (los pilotos suelen realizar misiones de cuarenta días).

Lo primero que llama la atención al sobrevolar la zona oeste del país, “una zona bastante tranquila”, es el paisaje. Un inmenso mar de arena se divisa desde el aire. Según desciende el avión, comienzan a divisarse las primeras zonas verdes y a avistarse los edificios de Herat. En una zona próxima a las dunas del desierto tiene su base el destacamento español e italiano que la OTAN a enviado al oeste afgano.

Ahora que no hay guerra, los soldados europeos allí desplazados realizan tareas de apoyo y refuerzo. “Nuestra obligación es ayudar al Gobierno de Afganistán en lo que necesite. De hecho, estuvimos presentes en las elecciones que se acaban de celebrar; nuestra tarea era la de supervisar y controlar que todo se desarrollase con normalidad, que no hubiese ningún problema”, explica el Capitán ceutí Francisco José Calleja.

Después de cuatro meses de estancia confiesa que esta experiencia ha sido “muy enriquecedora” tanto en el plano personal como en el profesional ya que las fuerzas desplazadas realizaban también tareas de coordinación de envíos de ayuda humanitaria procedentes de donaciones privadas.

A pesar de que se trata de zonas que ya no están en conflicto, puesto que las guerras ya han finalizado, se siguen adoptando medidas de seguridad para velar por la integridad de los soldados puesto que “siempre existe el riesgo de que se produzca un atentado terrorista y no podemos estar desprotegidos”. Las Fuerzas de Paz Internacionales no pueden dejarse llevar por esa aparente normalidad y los soldados nunca se desplazan sin sus cascos, sus chalecos antibalas y sus vehículos blindados.

Con respecto a las críticas que ha recibido el Ejército español, últimamente, en las que se ha llegado incluso a cuestionar la idoneidad de su existencia; este piloto de las Fuerzas Armadas asegura que ésta es una institución necesaria ya que “se trata de una cuestión de seguridad de los estados y todos los países necesitan tener un Ejército que los proteja”.

Por otra parte asegura que la labor que desarrollan las Fuerzas Armadas Internacionales (ISAF) en países como Afganistán es imprescindible, sobre todo en algunas áreas a las que no llegan las ONG’s debido a su “inestabilidad”. “Nuestra presencia es fundamental como elemento disuasorio, gracias a ello, muchas Organizaciones No Gubernamentales pueden continuar desarrollando sus tareas humanitarias y es posible continuar con las labores de reconstrucción de unos territorios devastados por la guerra”. “El Ejército que se desplaza a estas zonas que acaban de salir de un conflicto tiene como principal misión garantizar la estabilidad de la zona”.

El Capitán Calleja explica también que, pese a las adversidades y a la pobreza y destrucción actuales, Afganistán es un país que está saliendo adelante poco a poco. En estos momentos, “se vive un clima de tranquilidad, todos los niños están escolarizados y las instituciones y los orfanatos funcionan correctamente”.

Desde el pasado 17 de noviembre y tras cuatro meses de estancia, el Capitán Calleja ha dado por finalizada su misión en Afganistán y se encuentra de permiso en Ceuta, su ciudad natal. Un lugar al que le gusta volver para reencontrarse con su familia y sus amigos.

Dentro de un mes, regresará a la base aérea de Morón para reincorporarse a su puesto como Capitán del Ejército del Aire de las Fuerzas Armadas Españolas en el Grupo 22. En la base sevillana retomará los mandos de uno de los siete P-3 Orion de guerra antisubmarina que habitualmente pilota y que cuenta con una tripulación de diecinueve personas entre los que se incluyen un radarista, un armero y un telegrafista. Desde Morón, continuará realizando misiones de vigilancia con destino a las Islas Canarias así como tareas de reconocimiento marítimo que lo llevan a sobrevolar el Estrecho de Gibraltar.
 

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