En la primera de las cuatro sesiones previstas para el
juicio -la de ayer- testificaron el acusado, así como el
policía herido y su esposa. Mientras que el primero afirma
no recordar nada, la brutal agresión no se cae de la mente
de estas dos personas.
En el transcurso de su testifical, el policía y su esposa
llegaron a llorar al rememorar lo ocurrido.
Para ellos, la agresión ha roto sus vidas y apenas, tres
años después, logran que pase un solo día sin que rememoren
lo ocurrido.
El hombre sufre unas secuelas muy graves, ya que ha perdido
la movilidad del brazo izquierdo así como otras lesiones. Es
su esposa la que, por ejemplo, ha de atarle incluso los
zapatos, ayudarle a vestirse o cortar la carne cuando come.
Una pesadilla
Era un hombre muy activo, con cuarenta años de servicio en
el Cuerpo Nacional de Policía: “era mi vida”, explicó muy
emocionado.
“Me ha cambiado todo. Nosotros no tenemos hijos, estamos los
dos solos. Ella ya tiene bastante”, explicó.
Su esposa lleva en tratamiento psiquiátrico desde hace tres
años. Explica que su marido apenas duerme y que de cada
treinta días, veinte sufre pesadillas. “A menudo tengo que
cambiar toda la ropa de cama, porque está empapada en
sudor”, explica la mujer sobre los trastornos de sueño y de
angustia que sufre su marido.
“Tiene muchos dolores, pero no le gusta tomar medicación.
Aguanta el dolor, se desespera, llora...”, explicó la mujer.
Cuando terminó la declaración, el policía abandonó la sala y
sólo echó un vistazo de soslayo a la personas que le habría
atacado.
Su esposa, por el contrario, no quiso cruzar ni una sola
mirada con el hombre que, supuestamente, atacó a su esposo
el 15 de septiembre de 2012.
Desde entonces, esta familia está viviendo un calvario y
desde luego las cosas ya no volverán a ser lo mismo para
ambos. Él está preocupado por ella y viceversa. Tratan ambos
de no hacer sufrir a su cónyuge y de continuar una vida que
ha quedado marcada por una salvaje agresión que casi le
cuesta la vida al agente.
La valiente y decidida reacción de su esposa, taponado la
herida del cuello, fue decisiva para que aún con todo,
puedan contar lo ocurrido.
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