La AD Ceuta conoció ayer el precio real de querer jugar el
play off. Un precio difícil de afrontar y que pagó con la
expulsión injusta de Garrido. Un punto de inflexión que
cambió el devenir del choque en el Miguel Román de Dos
Hermanas. Hasta ese momento, el equipo caballa tenía el
encuentro en su mano. La expulsión de Fran Rivas en el 34’,
el gol de Prieto dos minutos después y la lesión de Marco
con los tres cambios del cuadro sevillano ya efectuados
permitían a los ceutíes afrontar la última media hora con
serias aspiraciones de terminar sentenciando lo que hubieran
supuesto tres puntos casi decisivos.
Nada más lejos de la realidad. Sin tiempo apenas para asumir
el encontrarse con dos hombres más sobre el terreno de
juego, el Ceuta sufrió (por enésima vez esta temporada) una
decisión arbitral totalmente incomprensible y que lo
cambiaría todo: balón al área caballa y Garrido despeja de
puños. Sin embargo, el colegiado Lázaro Bustos señaló -ante
la indignación de los jugadores ceutíes y la sorpresa de los
sevillanos- penalti al asegurar que el guardameta caballa
había golpeado antes a Selu. Sabiendo de antemano que el
Ceuta viajaba sin portero, el árbitro granadino no sólo dejó
al equipo caballa con diez, sino que además obligó a situar
a un jugador de campo (Corrales) bajó palos.
La Peña Rociera no desaprovechó el regalo, y tras empatar de
penalti (David Antón, en el 67’), se adelantó en el marcador
gracias a Barros (77’) y a Selu (80’). No contentos con
ello, el trío arbitral todavía tuvo tiempo de rematar al
equipo caballa dejándole sin opción alguna de puntuar en
Sevilla. Tras recortar distancias en el 81’, Ismael se
encontraba dentro del área sevillana dispuesto a marcar su
segundo tanto y el empate para el Ceuta, siendo derribado de
forma clarísima por un rival. Lázaro Bustos, sin embargo, no
solo no señaló la pena máxima, sino que además le mostró al
jugador ceutí la segunda cartulina amarilla por, según él,
simular la falta.
Por entonces, y cuando se encontraba completamente volcado
en el ataque, sin portero, y teniendo que darle la vuelta a
un marcador que incomprensiblemente se había vuelto en su
contra, el Ceuta apenas recordaba cómo había dado comienzo
el encuentro y lo cerca que estuvo de sumar tres puntos
decisivos para jugar el play off. La expulsión de Rafa Leal
en un claro derribo a Ito y el consiguiente gol de falta
directa de Antonio Prieto parecían cosa de otro partido.
Un partido que los ceutíes podrían haber dejado casi
sentenciado antes del descanso si hubiesen estado algo más
finos de cara a puerta, como en el disparo de Luis Zambrano
pegado al poste izquierdo que Carlos Leal sacó con una gran
intervención en el último minuto del primer tiempo. Tras el
descanso, el Ceuta aprovechó su ventaja en el marcador y su
superioridad numérica para seguir manteniendo el control del
juego. Si ya de por sí la situación era favorable, la lesión
de Marco tras realizar Manolo Lozano sus tres cambios la
convirtió en inmejorable.
Solo había una cosa que podía truncar la victoria del Ceuta.
Una única cosa: el trío arbitral. Solo dos minutos después
de la lesión del capitán del conjunto sevillano llegó la
expulsión de Garrido, y todo cambió. Desde ese momento se
disputó un partido completamente diferente en el que poco o
nada importaba lo sucedido anteriormente. Sin portero
suplente, y con Corrales bajo los palos, el colegiado
granadino dio carta blanca a la Peña Rociera para que le
diera la vuelta al resultado y le arrebatase al equipo
caballa tres puntos tan merecidos como necesarios.
Tres puntos que, además, hubiesen permitido mantener la
desventaja con el Atlético Sanluqueño, que consiguió la
victoria (2-3) en el campo del San Fernando.
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