“El Estado Islámico y otras organizaciones son la extrema
derecha del mundo musulmán y, como todos los extremos son
muy violentos. Es muy importante que los gobiernos y los
servicios de Inteligencia puedan actuar y desactiven estas
corrientes”, reflexiona Karim Hauser, responsable de
Gobernanza de la Casa Árabe. Su análisis de por qué aumenta
la presencia y la violencia de los radicales en Occidente
encuentra dos razones: “Hay una mezcla de geopolítica”, dice
refiriéndose a fracasos como la invasión de Irak o las
imágenes de las torturas en Abu Ghraib, “y de falta de
incentivos y futuro para los jóvenes de segunda y tercera
generación” que ya nacieron en las grandes ciudades
europeas.
Hauser cree que los modelos de integración no se han
adaptado a la mayor presencia de las minorías en la vida
pública, más allá del debate de la laicidad “pero en
Francia, por ejemplo, crean un organismo para facilitar el
diálogo con los representantes oficiales de los musulmanes.
El problema es que no se sabe quiénes son”. Cree el
especialista que Ceuta y Melilla, las únicas fronteras
terrestres de Europa con África, merecen una atención
especial. “Ya es conocida la presencia de combatientes
extranjeros, la alerta está en Europa. Entre los 1.600
millones de musulmanes, los yihadistas radicales representan
una proporción muy pequeña, pero son muy violentos y las
imágenes de sus acciones circulan a toda velocidad. Su
capacidad de incendiar incluso los lugares pacíficos es
enorme”.
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