Se trata de una de las mayores lapas dentro del marco
europeo , se distingue, entre otras cosas, por su concha de
gran tamaño que puede llegar a superar los 100 mm de
longitud, lo más corriente es que suela medir entre los 40 y
80 mm. Presenta una concha muy característica, con un
relieve marcado y unas costillas muy gruesas. Cuando están
en un temprano periodo de crecimiento se observan bandas
concéntricas oscuras, si se observa se puede hacer una idea
aproximada de su edad dependiendo de su dibujo. Los adultos
son muy sedentarios y solo se desplazan cortas distancias
para alimentarse de cianobacterias y algas incrustadas en la
roca, aprovechando los periodos de oleaje y volviendo más
tarde a su lugar de reposo. Es una especie hermafrodita
protándrica, que primero es macho y posteriormente hembra.
Es endémica del Mediterráneo occidental, presente en el
norte de Marruecos, Gibraltar, Ceuta, Melilla, Islas
Chafarinas, Argelia, Túnez, Corcega y Cerdeña.
La población española con mayor número de ejemplares
censados de esta especie son las islas Chafarinas con una
estimación que podría sobrepasar los 60.000 individuos. En
segundo lugar se encuentra Ceuta con una población de unos
30.000 ejemplares y en tercer lugar, también en la zona
norte del continente africano, Melilla que cuenta con unos
23.000 ejemplares. Números muy pequeños teniendo en cuenta
de que se trata de una especie en peligro de extinción. En
contraste con los números de la península dónde a lo largo
de 1.100 km del litoral de Andalucía tan sólo se localizaran
apenas 700 lapas hace años.
Según el Libro Rojo de los invertebrados de Andalucía de
2008 de la Consejería de Medio Ambiente “No existen datos de
ámbito regional que permitan conocer la evolución concreta
en los últimos 10 años, aunque la regresión de las
poblaciones ha sido notable por el aumento de la presión
humana, la reducción de la calidad del hábitat y el aumento
de contaminantes en el litoral. La distribución está
severamente fragmentada y con disminución continua en
extensión, área, número de localidades y número de
individuos maduros. Existe un riesgo de extinción de por lo
menos un 50% en tres generaciones (unos 100 años)”.
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