Buenos días, Ceuta.
Me están entrando unas ganas tremendas de dejar todo, de
largarme al país de la utopía y mandar a…
Bueno, estamos entrando en una dinámica económica repetida
cientos de veces con declaraciones contradictorias por cada
parte. El Gobierno dice que va mejor y el Banco de España
que peor.
Pero no voy a entrar en detalles sobre la situación
económica, que me afecta seriamente, sino que voy a incidir
en una palabra muy en boga hoy en día, en boca de los
políticos y la prensa.
Me refiero al populismo desde el punto de vista de la
derecha conservadora.
Los sectores conservadores usan este término para referirse
a los que presentan intereses de las clases económicas más
altas (grandes grupos económicos) como separados y
contrarios a los de las más bajas consideradas como una
mayoría permanente con intereses homogéneos autoevidentes
que no requerirían así del pluralismo político, destruyendo
la posibilidad del disenso político y del crecimiento
económico por vías privadas.
Ni yo me entiendo.
Porque el populismo puede referirse a un movimiento social
que implica que el poder recaiga más en el pueblo llano en
detrimento de las élites políticas y económicas corporativas
y caudillistas.
Leyendo el libro “Todos los hombres del rey” se puede
entender que en los países más pobres el populismo va ligado
a la lucha contra el hambre y en los más desarrollados se
relaciona con la centralización del poder.
Larga lista de gobiernos populistas, sobre todo en
Sudamérica, destacando el de Perón en Argentina y demás
países que derrocaron a los gobiernos democráticos
argumentando que se trataban de gobiernos populistas… como
Franco contra la República, con la salvedad que en vez de
populistas los llamaban rojos.
Yo veo claro que si se implanta el populismo en nuestro
país, con sus cambios de base en la distribución, el capital
sería repatriado hacia otros países generando un
aceleramiento de la desinversión y debiendo intervenir el
Estado en la mayoría de las instituciones democráticas lo
que afectaría a su gobernabilidad.
Es por eso que no veo que las intenciones de algunos
partidos, sobre todo de Podemos, sea marcadamente populista,
pese a la insistencia de los demás partidos políticos
grandes en calificarlos como tales.
Considero que la insistencia de asignarle el calificativo de
populista de los grandes partidos contra Podemos, es un
sofisma de cierta falacia por implicar la respuesta a una
afirmación referida a una supuesta opinión que tiene la
gente en general.
Por ello son mucho más populistas los que utilizan el
término en política y en los medios de comunicación
refiriéndose a otros.
Existen dos grados de falacia con mayor y menor
consistencia. Se puede afirmar, sin pruebas que lo
confirmen, que la opinión mayoritaria de la gente es así. En
ese caso la falacia es doble, se afirma una premisa que se
desconoce y además se le da autoridad a esa dudosa opinión
mayoritaria.
Lo que es una costumbre muy arraigada en el PP. En palabras
de la vicepresidenta del Gobierno y ‘su mayoría’ silenciosa.
Cuando he llegado a este punto del artículo, la noticia del
obispo de Alcalá me llama la atención. Ahora resulta que los
partidos políticos mayoritarios se han constituido en
estructuras del pecado. Caramba, señor obispo, me asombra su
capacidad de meterse donde no le llaman, más me asombra aún
que sea tan falaz de comparar el derecho al aborto con el
derecho de ‘matar a un inocente no nacido’ ¿y si es inocenta?,
menos chorradas señor obispo, porque es un tremendo pecado
por su parte comparar el tren de la libertad por el aborto
con los trenes de Auschwitz.
Este desvarío suyo nos hace creer que si no tenemos la misma
opinión que el obispo, es que somos el mismísimo diablo.
Dedíquese, señor obispo, a defender a las personas con gran
discapacidad que no reciben ningún tipo de ayuda por parte
de quienes defienden el no aborto.
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