Dos orillas y un Estrecho de
Gibraltar que hace que Ceuta, el Campo de Gibraltar y
Gibraltar conformen uno de los rincones más paradisiaco del
mundo si alguna mente talentosa se hubiese apercibido de
semejante gran potencial otrora. Ceuta puerta de todo un
continente y Algeciras puerta de la vieja Europa. Y por
medio esa gran autovía marítima que es el Estrecho de
Gibraltar.
Aguas que han conocido historias de mil batallas, de
piratas, de bucaneros, de grandes transatlánticos. Ruta
sabedora de todo tipo de comercio; autopista obligada para
el transporte internacional. Todo un potencial que ha
provocado que todos los puertos arropados bajo sus aguas, la
del Estrecho, esa fusión de océano y mar, Mediterráneo y
Atlántico, contribuyan a la prosperidad, a la economía de
sus pueblos y al desarollo de sus sociedades.
Una ruta por la que viajaron los mejores navegantes; una
manga de mar que ha visto como demasiadas veces se han hecho
héroes los que nunca tuvieron que haberlo sido. Esos no
trajeron prosperidad, esos lo único que provocaron es que
las poblaciones, en múltiples ocasiones, no sean conocidas
ni por las bellezas de sus ciudades ni por la generosidad y
el buen hacer de sus gentes, de sus vecinos.
Estrecho de Gibraltar, esa ruta de los grandes tráficos. Una
ruta que muchos aprovechan para cometer acciones ilícitas,
despreciables y deleznables. Estrecho de Gibraltar, esa gran
ruta que es cementerio de cientos y cientos de criaturas que
se dejaron la vida de la mano de un mafioso en su búsqueda
de un mundo mejor. Estrecho de Gibraltar que aprovechan los
que no tienen respeto por la vida de los demás, y como ayer,
lo usan para pasar de contrabando armas para quitar vidas
humanas.
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