El Ministerio del Interior elevó hace unos días el grado de
intensidad de la alerta antiterrorista en España. Pasó de
grado bajo a grado alto dentro del nivel II (riesgo de
atentado terrorista probable) para potenciar así las medidas
de prevención contra cualquier acción del terrorismo
yihadista. España se sumó así a países de nuestro entorno
que ya habían adoptado esta medida, como Reino Unido,
Francia, Marruecos o Bélgica. “Esta decisión es coherente
con el contexto internacional que vivimos y con lo que han
hecho nuestros aliados”, señala Carlos Echeverría Jesús,
profesor de relaciones internacionales de la UNED y
exanalista del área de Terrorismo Yihadista Salafista del
Grupo de Estudios Estratégicos (GEES).
Ese contexto internacional está hoy protagonizado por el
Estado Islámico (EI), que ha llevado la guerra a zonas de
Siria e Irak, con un aparato de propaganda que ya ha
superado incluso al de Al Qaeda. El peligro real que ya
supone el EI ha provocado que España se haya unido a la
operación de la OTAN contra los terroristas, desplegando una
batería antimisiles y 130 militares en Turquía. De hecho,
yihadistas de Argelia, Tunez y Marruecos se están alejando
de Al Qaeda y se están pasando a las filas del Estado
Islámico. Desde su revista Dabiq, el EI amenaza a España,
prometiendo reconquistar ‘Al Andalus’. A mediados de junio,
agentes de la Comisaría General de Información de la Policía
Nacional detenían en Madrid a nueve miembros de una red
asentada en España que captaba y enviaba yihadistas para su
integración en las filas del Estado Islámico. La red
entrenaba a los aspirantes en una finca rural próxima a
Ávila. Entre los detenidos había varios marroquíes y
españoles, un búlgaro y un argentino convertido al Islam.
Por su parte, la Fiscalía General del Estado acaba de
advertir de la existencia de “un alto riesgo de comisión de
atentados islamistas en territorio español”, asegurando que
el ideario del terrorismo yihadista “considera a nuestro
país un objetivo a atacar”. En su última memoria, del año
2013, apunta a “personas y grupos” vinculados a
organizaciones terroristas norteafricanas, especialmente Al
Qaeda del Magreb Islámico y una escisión de este bautizada
MUYAO, Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África
Occidental. “El campo de batalla es cada vez más universal.
No solo Siria e Irak. Libia sigue inestable, el Sahel sigue
siendo zona de conflicto. Sin olvidar Nigeria con el grupo
islamista Boro Haram...”, explica Echeverría. En Europa se
encendieron todas las alarmas tras el asesinato en mayo de
cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas, un ataque
perpetrado por un yihadista entrenado por el Estado
Islámico. Su detención impidió un nuevo atentado en julio en
París (Francia).
España no es un objetivo menor, de hecho las amenazas contra
nuestro país no hacen más que crecer. Los canales de
propaganda de los grupos islamistas radicales han amenazado
los intereses nacionales con mayor intensidad de lo que lo
habían hecho nunca. Contabilizadas una a una, las
organizaciones yihadistas centraron su atención en nuestro
país en el año 2013 en 27 ocasiones, más del doble de lo que
lo hicieron en 2011 y 2012, 12 ocasiones en ambos años. Solo
en 2004, año del 11-M, se alcanzó un nivel de amenaza
parecido, con 23 referencias a España, según datos
recopilados por Manuel Ricardo Torres, experto en yihadismo
de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y miembro del
Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI).
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