Arena y piedras, demasiadas piedras, es lo que forma las
calles de Arcos Quebrados. En esta barriada ceutí cercana a
la frontera el asfalto parece un lujo del que los vecinos no
pueden disfrutar. Aunque es una barriada reconocida por la
Ciudad Autónoma y en ella llevan viviendo personas desde
hace décadas, todo allí parece propio de otra época. No hay
asfalto, las farolas se componen de postes de madera con
luces que, en su mayoría, no funcionan, no hay bancos donde
poder sentarse, ni una zona donde los niños puedan jugar, ni
siquiera hay contenedores para la basura. Varias escombreras
repartidas por la barriada sirven para que los vecinos tiren
la basura, pero esta no se recoge a diario. Los olores se
hacen insoportables y así lo cuenta Nasiha, que vive junto
al descampado, en la parte baja de la barriada. Allí, la
maleza se ha convertido en el refugio de serpientes, ratas y
todo tipo de bichos se han cruzado en el camino de estas
personas y es que, EL PUEBLO pudo comprobar como las ratas
muertas están en las calles. Ante esta situación, los padres
han optado por que sus hijos no salgan a la calle a jugar y
así lo cuenta una madre, Rachida, para explicar que su
pequeña no sale de casa.
Los vecinos han denunciado muchas veces esta situación y han
pedido que se asfalte la zona y así lo recuerda Nasiha que
asegura: “Todos los partidos saben cómo estamos en Arcos
Quebrados y no han hecho nada”. Ahora, se muestra agradecida
de que la diputada no adscrita, Fatima Hamed, haya
emprendido una lucha para darle el lugar que merecen en la
opinión pública y que sus reivindicaciones por fin se
escuchen.
En la última sesión plenaria de la Asamblea, Hamed denunció
la situación de una pequeña discapacitada cuyos padres
tienen que recorrer a diario una cuesta empedrada para que
ella pueda acudir al colegio. Se trata de la hija de Fatima
Sora. Ellos viven en la parte alta de Arcos Quebrados y cada
día, a las ocho, tienen que salir con la niña para llevarla
hasta la casa de su abuela en Los Rosales, donde el autobús
del colegio la recoge. Y es que, hasta la suya no puede
llegar. El autobús no pasa por calles sin asfaltar y,
además, las de esta barriada son muy estrechas. Para bajar
hasta la rotonda que desemboca en la carretera de la
frontera hay que pasar por una cuesta que dificulta el
tránsito a personas que, como Fatima, tienen que ir con un
carro, o simplemente a aquellas que cargan con bolsas. La
alternativa a esta cuesta es ir hasta Príncipe Felipe y
bajar por ahí, un rodeo imposible para los vecinos de Arcos
Quebrados.
Mientras, las calles interiores son de tierra y los vecinos
temen especialmente los días de lluvia. Fatima lleva varios
años luchando porque asfalten esta zona e incluso ha
recogido firmas que ha llevado hasta la Consejería de
Barriadas, dirigida por Gregorio García Castañeda. Allí le
dijeron en principio que la zona era privada, pero Fatima se
informó y es pública. Ante esto, desde la Ciudad dicen que
atenderán sus reclamaciones, pero nunca llega ese momento.
Mientras, en Arcos Quebrados se sienten aislados y
olvidados, esperando mayor dignidad para sus calles y que se
erradiquen las escombreras.
La diputada no adscrita ha pedido a la Ciudad Autónoma que
actúe en la barriada por la vía de urgencia, lo que evitaría
un dilatado proceso para sacar un proyecto y adjudicarlo.
Hamed entiende que esta situación es extrema y que la
solución no se puede dilatar más. Para ella y los vecinos,
todo depende de la voluntad política.
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