No cabe duda de que, en más de una
ocasión, para agarrarse a un escaño político, una vez
agarrado a él, para que no se lo lleve otro, el político en
cuestión tiene que hacer más equilibrios que cualquiera de
los equilibristas en un trapecio.
Y así es, pero así seguirá siendo, especialmente cuando uno
de esos políticos se acerca a un grupo de más o menos edad,
mejor si son abueletes, para decirles:” aquí estoy a vuestro
lado y quiero seguir estando”, y como eso, además, se les
dice no cuando los “viejos” se están quejando de lo poco que
les han subido la pensión, que sigue siendo cortita, sino
cuando se les ha llevado de “jarana”, por ser carnaval o por
acercarse las Navidades, entonces y sólo con eso el abuelo y
la abuela votan aunque sea al suegro del vaquero del toro
que mató a Manolete. Es lo que tenemos.
Es cierto que la “discreción” o la “hipocresía” de
cualquiera de esos políticos, disfraza la petición con otra
forma de actitudes, pero al final ahí está, “se marca el
chotis” y todos como si fuéramos de la familia, que decía mi
añorado Mariano Palacios “Macarando”.
Los que vivimos una buena parte de nuestra vida con el
régimen anterior y, por tanto, también, hemos vivido la
transición de la UCD, no podemos por menos de recordar
aquellas elecciones de 1982, en las que arrasó el PSOE con
el ya conocido POR EL CAMBIO.
En aquella campaña electoral, naturalmente, volvió a
concurrir a las elecciones la propia UCD que, aunque estaba
en el Gobierno, todos veíamos que se iba a estrellar, como
se estrelló, pero aun así sus líderes intentaron defender el
grupo y el escaño, aunque fuera sudando sangre.
Pues bien, en una de esas múltiples fiestas de UCD, recuerdo
como un hombre templado como era Landelino Lavilla, con una
multitud rodeándole, no tuvo más remedio que marcarse un
pasodoble, como lo habría hecho cualquiera de los mozos del
pueblo que han ido a la feria o a la fiesta mayor del pueblo
vecino.
Landelino que no tenía excesivo garbo salió del paso,
colaboró en la búsqueda de votos y, aun con eso, la UCD se
estrelló, pasando del poder a la nada.
Pues bien, aunque el resultado final no creo, ni lo deseo,
que sea lo mismo, y aunque ahora “aparentemente” no estamos
en elecciones, en la noche del viernes, con el carnaval a
tope, en el Parador Hotel La Muralla, el alcalde de Ceuta,
en sus horas más bajas, desde que llegó al poder, por el
camino que todos recordamos, legal por supuesto, pero
rocambolesco, no tuvo el más mínimo inconveniente de salir a
la pista de baile y marcarse su pieza, creo que con una
compañera del mismísimo Ayuntamiento, ante la risa, la
sonrisa y el buen tono de todos los invitados a la fiesta.
En ese momento, que nadie se confunda, lo cierto es que el
alcalde lo estaba pasando bien, por eso su alegría, claro
que mejor se lo estaban pasando los “mayores”, mayores y
abuelos algunos, porque se les había dado una fiesta gratis,
con lo que, cuando llegue la campaña de las europeas, si
aparece por una barriada o por la otra Juan Vivas, pocos
serán los que no le atiendan, amablemente, ante su solicitud
del voto, aunque en más de un caso, hay que comprenderlo,
como el voto es secreto, se lo den a la oposición.
Sea como sea, todos lo pasaron muy bien, el Ayuntamiento
pagará, ya veremos cuando, salvo que se haya hecho mejor
pagador últimamente, y tras la fiesta del carnaval llegará
la época de penitencia de la Cuaresma, naturalmente, también
para cualquier alcalde sea de Ceuta o de mi pueblo.
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