Centenares de porteadoras esperan ayer bajo la lluvia a que
les tocara el turno de entrar en el polígono para echarse un
bulto a la espalda y salir corriendo hacia la cola de acceso
al paso del Biutz. El control policial era férreo. No se
permitían aglomeraciones y conforme las mujeres se iban
acercando a la entrada de las naves más cercanas al futuro
paso del Tarajal II se las iba dividiendo en pequeños grupos
de entre diez y quince. Una vez dentro, las mujeres corrían
a las naves donde ya tienen preparados los bultos de mantas
para echárselos a la espalda, atarlos con las cuerdas que
llevan en sus bolsillos y dirigirse hacia la cola. Allí, los
colaboradores de la Policía Nacional van dirigiendo el
tráfico. Se encargan de comunicarse con las porteadoras para
transmitirles las órdenes de los agentes, y van colando a
los que les son afines.
Los bultos son grandes y ayer ante las cámaras un agente le
indicaba a una porteadora que se quitara un paquete que le
sobresalía por la cabeza. Las nuevas indicaciones, según
explicó el viernes el delegado del Gobierno, es que los
bultos vayan desde la nuca a la cadera. Ellas, por su parte,
quieren llevar toda la mercancía posible, e intentan
saltarse las medidas. Y es que, cada vez es más difícil
hacer dos pases por el Biutz, e incluso uno al día. El
horario de apertura es de 7.00 a 13.00 horas. El lado de las
mujeres se cerró ayer a las 12.40 horas. En ese momento, los
agentes comenzaron a hacer “un barrido” de porteadoras hasta
las puertas del polígono. Algunas intentaron colarse por las
calles, pero los policías las seguían muy de cerca para no
dejar que ninguna se escondiera en las naves y pasase por el
Biutz, después de que decretaran el cierre. La resignación
se reflejaba en las caras de estas mujeres al ver como
después de varias horas esperando bajo la lluvia no iban a
conseguir pasar por el Biutz. Ya están habituadas a que esto
les suceda. Muchas vienen desde Tetúan o Tánger esperando
hacer un pase para ganar buenas comisiones, porque al ir por
la frontera estas son muy bajas y no les sale rentable.
Ayer, un grupo se quejaba a EL PUEBLO de que a la semana con
suerte pasan una o dos veces por el Biutz y de que no se
respetan los horarios de este pase. Además, lamentaban que
los colaboradores tengan un trato de favor.
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