La presión a la que se ve sometida la frontera del Tarajal
hace que esta no deje de generar noticias a diario. La zona
se convierte en segundos en una verdadera olla a presión,
que tiene como consecuencia, golpes, empujones,
requisamiento de mercancías y la vivencia de situaciones
dramáticas entre agentes de la Guardia Civil, algunos
empleándose con demasiada contundencia y malos modos, y
porteadores.
Ayer, las situaciones virulentas y de tensión volvieron a
apoderarse de la zona. Centenares de persona se agolpaban en
el camino de zahorra que discurre desde donde se ubicaba los
últimos peldaños de las escaleras hasta unos cien metros más
allá.
Los agentes de la Benemérita no permitían que los
porteadores, algunos llevan hasta dos días sin poder pasar
al país vecino, bajasen hasta el arcén de la carretera y
cuando lo hacían los retenían, en un principio a bastante
distancia de la frontera, y en otros momentos, cuando los
porteadores tomaban la rotonda, a tan sólo unos metros de
carril habilitado al efecto, que más parece una manga de
conducción de ganado.
Mientras esto sucedía en la frontera, los responsables de la
empresa Ferrovial inspeccionaban las instalaciones del nuevo
paso de mercancías, que como ya adelantó este diario están
totalmente acabadas y el nuevo paso sólo está a la espera de
que se ordene su puesta en funcionamiento, algo que los
porteadores no entienden.
En ese lugar, esto es, en la entrada del nuevo Biutz se
encontraban efectivos de la UIP del CNP, que controlaban el
paso para entrar en el polígono.
Sobre las once de la mañana, la actividad era tranquila,
aunque a medida que pasaban las horas las porteadoras se
hacinaban por la zona descrita anteriormente en su intento
de pasar, en algunos casos, una sola manta. La empresa era
imposible, ya que los agentes de la Guardia Civil repetían
una y otra vez que no insistiesen que no se podía pasar
mercancías, ante la desesperación de estos trabajadores
transfronterizos.
Sobre la una de la tarde, la situación se tornó más
complicada, ya que eran varios los centenares de estos
trabajadores los que se agolpaban por la zona.
Los empujones, algunos golpes y el hacinamiento en torno a
la frontera de personas cargadas de paquetes de mercancías
era la imagen que presentaba la zona. Los nervios
aparecieron de momento y los agentes se tuvieron que emplear
para desalojar la zona próxima a la frontera, quedando la
rotonda llena de porteadores y porteadoras esperando la
oportunidad para poder pasar al país vecino.
Estos trabajadores se quejaban ayer que algunos permanecían
desde hace varios días en la zona sin poder pasar hacia su
país.
En declaraciones realizadas a este diario, una porteadora
explicó las penalidades que vienen sufriendo últimamente,
“ya que venimos a ganarnos algo para poder comer. Por una
manta, dijo, sólo gano un euro”.
Pero el problema, según se pudo constatar ayer diario, no
está por parte de las autoridades españolas.
Al parecer, Marruecos ha decidido en estos días que no se
pasen mercancías hacia su país, cerrando el paso a las
mismas. Para evitar problemas de días atrás, las autoridades
españolas no se muestran nada permisivas.
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“Estamos esperando desde la seis de la madrugada”
Ikram Bakali, una de las
porteadoras que pasa todos los días la frontera para pasar
mercancías hasta su país acompaña de su hija, se lamentaba
ayer amargamente de como se han puesto las cosas en la
frontera, “y lo mejor sería que la cerrsen y no viniésemos
más. Nos golpean; no nos tratan bien, nos quitan la
mercancía en ocasiones y no se dan cuenta que si estamos
aquí es porque tenemos que comer. Con varios miembros en su
familia, Bakali dijo que le gustaría encontrar un trabajo,
pero que en la actualidad lo único que puede hacer es
portear bultos hacia Marruecos para ganar unos cinco o diez
euros, el mejor de los días, para poder comer.
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