El ingreso en la Unión Aduanera, considerada la salvación a
largo plazo de Ceuta, ha quedado en agua de borrajas. Se
decía que era la gran oportunidad para “cambiar el modelo
económico”, ya agotado y transformarse en frontera comercial
de la Unión Europea de la que quiso quedar excluida en 1.986
cuando España entró a formar parte de lo que era la
Comunidad Económica Europea.
Ceuta siempre ha buscado que en la frontera del Tarajal se
abra una Aduana comercial que permita exportar legalmente
mercancías a Marruecos, ya que el denominado actualmente
“comercio transfronterizo” atraviesa esa frontera con género
por valor de 700 millones de euros al año. Un contrabando,
un tráfico ilegal que no paga aranceles y constituye un
tránsito de sufridos porteadores, así como también ha
propiciado algún reparto de “propinas” a aduaneros y
policías marroquíes que ha motivado alguna intervención del
Gobierno alahuita con sanciones y traslados ejemplarizantes.
Pero Marruecos rechaza rechaza de forma sistemática que se
abra una Aduana comercial en el paso fronterizo del Tarajal,
debido al temor de que merme su reivindicación territorial
sobre nuestra ciudad.
Mientras, España no está decidida a que el Gobierno de
Mariano Rajoy gestione ante la Comisión Europea y el Consejo
de Ministros de la UE el ingreso de Ceuta en la Unión
Aduanera, pese a la solicitud de la Asamblea de la Ciudad,
de los agentes sociales y del propio Congreso de los
Diputados que, en una proposición no de Ley votada en 2009,
así lo decidió.
El propio Juan Vivas, tan partidario en su día de la Unión
Aduanera, dió la razón, muy recientemente al secretario de
Estado de la Unión Europea, Iñigo Méndez de Vigo, quien en
su visita a finales de noviembre dejó bien claro que pedir
la incorporación es una iniciativa que debe presentarse “con
mucha potencia interna”. Y aconsejó que, previamente se haga
una reflexión. También dijo que el Gobierno “escuchará con
la mayor atención a la ciudad”, como si ya no hubiera habido
suficientes pronunciamientos favorables y se preguntó si
éste es “el momento procesal “ para dar este paso.
Sin embargo, las palabras de Méndez de Vigo tratan den de
disimular la realidad: el Gobierno español teme una reacción
de Rabat a esa iniciativa; no quiere tensiones con un vecino
que colabora en la lucha contra la inmigración irregular,
según fuentes diplomáticas y gubernamentales conocedoras del
asunto.
Este planteamiento deja fuera de órbita el memorando del
Observatorio para la Política Exterior de España (OPEX) que
calificaba la incorporación a la Unión Aduanera como la
solución de futuro, duradera y estable y consideraba que la
misma y la colaboración con Marruecos, eran claves para el
futuro económico de Ceuta.
El mencionado documento, alerta sobre el riesgo que el fin
de los aranceles con Marruecos en virtud de los acuerdos con
la UE y EEUU va a tener en el comercio de las dos ciudades
autónomas, así como la incidencia negativa en el descenso de
los ingresos por IPSI en los últimos años.
Por ello, el informe OPEX alude a que “el nuevo modelo
económico a afrontar, no ha de basarse exclusivamente en la
aportación del Estado sino en el esfuerzo de adaptarse a los
cambios económicos”.
Además, la nueva posición de Marruecos como socio preferente
de la UE debería permitir, según OPEX, desarrollar un
“espacio económico común” con la “aplicación de la libre
circulación” a los servicios, productos agrícolas, capitales
y personas físicas profesionales”. La OPEX se decanta por
una política proactiva, basada en el compromiso de las
Administraciones mediante el incremento de las inversiones
públicas y la presencia de organismos estatales para
promover Ceuta y Melilla como polos de la UE por el
Mediterráneo y atraer la inversión privada y los proyectos
de cooperación transfronteriza. Un modelo que conllevaría la
incorporación a la Unión Aduanera aunque manteniendo ciertas
especificidades.
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