La psicóloga de los Servicios Comunitarios de la Ciudad,
África Muñoz, expuso en la segunda charla de ayer la
‘Intervención psicológica de primer orden. Intervención en
crisis: primeros auxilios’, dentro del marco de las I
Jornadas de Intervención Psicológica ante situaciones de
crisis, emergencias y catástrofes. La primera de las
ponencias corrió a cargo de la decana del Colegio de
Psicólogos de Ceuta, Lola Escalante, que habló acerca de las
pérdidas y el afrontamiento del duelo tras un incidente de
estas características.
La psicóloga de los Servicios Comunitarios de la Ciudad
Autónoma, África Muñoz, expuso en la segunda charla de ayer
la ‘Intervención psicológica de primer orden. Intervención
en crisis: primeros auxilios’, dentro del marco de las I
Jornadas de Intervención Psicológica ante situaciones de
crisis, emergencias y catástrofes. En este sentido, en su
disertación, Muñoz señaló que en la intervención de este
tipo de situaciones, en el proceso de ayuda hay dos fases.
Por un lado, el de la “primera ayuda psicológica”, y por
otro, el de intervención de “segundo orden” o de carácter
“terapéutico”. “El primer orden lo puede llevar a cabo
personal, agentes comunitarios -sanitarios, Cuerpos de
Seguridad o sociales-, que, teniendo los conocimientos de
primeros auxilios psicológicos, pueden llevarlos a cabo”.
Después, en la intervención de segundo orden, son los
expertos “más cualificados” los que participan, como es el
caso de los psicólogos, comentó Muñoz. En referencia a la
finalidad de esta primera ayuda, la profesional consideró
que es un “aspecto importante”. Y es que, “el primer apoyo
psicológico tiene como finalidad, por una parte, aliviar el
sufrimiento tanto emocional como físico, mejorar la forma de
actuar de las personas afectadas a corto plazo -las que han
sufrido un acontecimiento crítico”, además de “reducir los
efectos psicológicos negativos a largo plazo”. En este
sentido, la psicóloga se detuvo porque “es muy importante
que un apoyo psicológico de primer término llevado a cabo de
forma adecuada puede conseguir que el efecto psicológico no
se agrave”. Por otra parte, en este tipo de intervenciones
es necesario “satisfacer las necesidades físicas y
materiales, además de facilitar la vuelta a la normalidad y
retomar los hábitos de la vida cotidiana”.
Este primer apoyo psicológico va dirigido a “cualquier
persona que esté afectada recientemente por un
acontecimiento crítico grave”, destacó. Se tratan en este
sentido a “niños como adultos”. “Una de las características
más importantes de esta primera etapa psicológica es que no
se debe forzar; es decir se ofrece a una persona ayuda
psicológica sin presionar, e incluso en principio si en ese
momento dice que no, se le informa de que más tarde se le
puede ayudar”, comentó Muñoz. En este aspecto, hay que tener
en cuenta que los diferentes intervinientes que están ante
una situación de emergencia o catástrofe “tienen que ser
conscientes de que en un momento dado hay personas que van a
necesitar del apoyo de un experto”, destacó.
Por otro lado, la psicóloga también se centró en el “cuándo”
debe establecerse este primer contacto psicológico: “Tan
pronto como se establezca contacto con alguna de las
personas angustiadas se puede comenzar”. “Normalmente se da
inmediatamente después del acontecimiento, pero sobre todo
con las catástrofes, por ejemplo, cuando son naturales y hay
tantos afectados, esta atención y apoyo psicológico dura
días y se va prolongando”.
Por último, Muñoz relató que este primer apoyo se daría “en
una zona suficientemente segura para la persona”.
“Generalmente se crean unos lugares y espacios comunitarios
para acceder a las diferentes ayudas y servicios, por
ejemplo, en refugios, campamentos, centros de salud o
centros de comida, aunque también incluso en la zona del
accidente”, remarcó la psicóloga.
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La “formación” de los intervinientes es fundamental
En relación a la preparación
necesaria ante este tipo de situaciones y en el primer caso
del apoyo psicológico, África Muñoz recomienda a los
intervinientes de los servicios de emergencias que es “muy
importante que se pueda acceder a programas formativos y
prácticos para saber cómo tener las herramientas necesarias
y básicas para poder prestar esa ayuda; incluso para que un
interviniente lleve a cabo esa primera ayuda, hace falta
también que sepa cuidarse a sí mismo, ya que está trabajando
con sufrimiento, dolor y pérdida”. Y es que “no solamente la
persona afectada puede sentirlo, sino también un
interviniente”, recalcó. De ahí que sea “importante que se
tenga un conocimiento y herramientas para poder afrontar y
dar este apoyo psicológico pero la autoprotección es
fundamental para que se tengan en cuenta todas las
consecuencias que se pueden recibir del trabajo que se está
haciendo”. Lo que se pretende es “minimizar las
consecuencias negativas a largo plazo”. Muñoz aconseja la
“formación, tanto a nivel de conocimiento teórico como a
nivel práctico”, apostilló.
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