La Escuela de Negocios del Mediterráneo imparte un curso
anual de seis meses de duración, compuesto por 120 sesiones
de hora y media. El curso está dirigido a profesionales con
experiencia en gestión de equipos de personas, emprendedores
o mandos intermedios de medianas empresas que quieran
desarrollar sus competencias técnicas y habilidades
directivas, a la par de reforzar sus conocimientos en
dirección de empresas. El claustro de profesores de la ENME
está compuesto por excelentes profesionales que además son
profesores asociados en alguna de las principales escuelas
de negocio a nivel mundial, como son Standford, Harvard
Business School, IE Business School, IESE, etc. Las clases
de la Escuela de Negocios del Mediterráneo (ENME) darán
comienzo el próximo 18 de octubre. Los interesados en
participar podrán realizar su inscripción a través de la
página web.
La alegría no es sólo por presentar un dato económico
favorable dentro de esta prolongada crisis, sino porque
tradicionalmente España no fue un país exportador, y la
balanza comercial siempre presentó signo negativo. Es cierto
que las importaciones también han disminuido por la
contracción de la demanda interna, pero el aumento de las
exportaciones ha sido mayor al decrecimiento de las
importaciones. Y el dato es doblemente bueno, ya que se ha
mejorado la distribución regional de las exportaciones,
perdiendo importancia relativa la zona Euro a favor de
África, Asia y Oceanía, destinos menos tradicionales de
nuestros productos y servicios.
A corto plazo es de celebrar un buen dato en este contexto
de recesión. Pero el indicador a largo plazo es mucho más
interesante, ya que un incremento de las exportaciones suele
implicar un aumento de la competitividad del país.
A nadie escapa que la razón principal de este repunte
exportador es la grave crisis interna que ha forzado a las
empresas a buscar nuevos destinos para sus productos y
servicios. El instinto de supervivencia ha operado de una
manera eficaz, generando este impulso exportador. Y todo
ello acompañado de una devaluación interna de costes, que ha
mejorado nuestra competitividad exterior. Sin embargo, el
optimismo oficial hay que matizarlo con algunos datos menos
halagüeños:
El 0,2% de las empresas exportadoras abarcó el 50% del
volumen exportado. Y el 70% de las empresas exportadoras tan
sólo el 0,005% de las exportaciones. Ello significa que las
exportaciones siguen muy concentradas en las grandes
empresas, y que la Pyme todavía es poco significativa.
El número de “exportadores regulares” ha disminuido desde el
año 2008, cuando alcanzó un máximo de 39.641 (en el año 2012
fueron 38.341). Un exportador regular es quien lo ha hecho
durante un periodo de 4 años consecutivos o más. El descenso
ha sido más marcado en las Pymes.
Este dato matiza el hecho de que el número de empresas
exportadoras haya crecido a un fuerte ritmo (12.6% en 2011,
11,4% en 2012, y 9,4% en el primer semestre del 2013).
El número de empresas que abandonan es alto: el porcentaje
de empresas que continúan exportando al año siguiente se ha
comportado negativamente desde el año 2004 al 2010: al
primer año de comenzar a exportar, casi el 50% de las
empresas desisten. Al sexto año, ya sólo quedan un 30% de
las que comenzaron.
Por lo tanto tenemos un muy buen dato macro, el incremento
irrefutable de las exportaciones, pero por el otro lado
obtenemos conclusiones a nivel de empresa (sobre todo de
Pyme) que denotan ciertas carencias en España.
Las más importantes tienen que ver con la falta de
preparación para acometer un proceso de internacionalización
de las empresas. Tradicionalmente España no ha sido un país
exportador, y falta tiempo hasta que forme parte de nuestro
ADN empresarial. El aumento de las exportaciones no se ha
debido a una política estructurada de apoyo a la empresa por
parte del Estado, más bien ha sido la “mano invisible” del
mercado.
Esta falta de formación se ve reflejada en la alta tasa de
abandono, así como de la poca perseverancia. Las empresas
más pequeñas sienten la necesidad de buscar nuevos destinos
a sus productos, y se lanzan a una carrera que no han
planificado ni comprenden en profundidad. Acometer estos
esfuerzos requiere de preparación y de compresión de lo que
significa salir de las fronteras para abarcar nuevos
mercados.
Éste es precisamente el objetivo que persigue ENME con la
asignatura de Comercio Exterior, el poder dar las
herramientas para acometer una proyecto de
internacionalización de la empresa. Que los alumnos
comprendan el alcance de este tipo de proyectos, así como
sus riesgos y beneficios, aprendan a evaluar los mercados
objetivo, comprender la fases del proceso, y estimar los
recursos materiales y humanos necesarios.
*Profesor de Comercio Exterior en ENME
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