La gente suele decir que no se pone remedio hasta que ocurre
una desgracia. La pequeña Jennifer, de 7 años, ninguna culpa
tenía de que no exista un baden reductor de velocidad o un
paso elevado para que los vecinos crucen por una carretera
nacional. Lo dicen los residentes, que muchos conductores
“van como locos”. “¿Por qué no controlan la velocidad?”.
Quizás ahora sí que se tome alguna determinación al
respecto. Un paso de peatones que tiene “muy poca
visibilidad; hace años había badenes”, comenta un vecino
visiblemente emocionado por tan triste pérdida.
Silencio absoluto
Una niña muy querida deja el barrio, pero se va “a un lugar
mejor”, decían algunos asistentes a la concentración en su
honor. “Por la niña”, comentaba la organizadora del evento a
través de ‘Facebook’. África, visiblemente emocionada, da
dos besos a la redactora que escribe esta crónica y le
explica de forma detallada que no se va a parar la
carretera, sino que van a cruzar durante cinco minutos. Es
su derecho. Silencio. Comienza el homenaje. El recuerdo de
Jennifer siempre pervivirá en sus familiares, su madre, sus
abuelos y su padre. Pero también en el de sus compañeros y
profesores del colegio ‘Vicente Aleixandre’.
Su recuerdo estará además en aquellos ciudadanos anónimos y
conductores que pasen por el lugar, porque Jennifer estará
“en el corazón de todos”. “Era una preciosidad, esa melena
rubia, esos ojos celestes....”, pero sobre todo, era una
“bellísima niña”. “Siempre sonreía”. Volvía de la playa con
su madre y su abuela, quien le iba a comprar un “gran
helado”.
Más de cien personas homenajearon a la pequeña ayer, pero
también recordaron la importancia de que un suceso de este
tipo no puede volverse a repetir. Descansa en paz pequeña.
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