Este año voy a poner en el buzón de voz de mi teléfono un
mensaje que diga ‘no estoy para nadie, sólo para Dios’,
porque parece mentira pero en esta sociedad no tenemos ni un
momento para pensar en nuestro creador a lo largo del día”,
comentaba una musulmana para la que lo más importante del
mes de Ramadán es lo que le reporta espiritualmente.
Por petición expresa de Alá -según recoge el Corán- los
musulmanes deben ayunar desde la salida del sol hasta el
anochecer durante el noveno mes de su calendario, que se
rige por la luna. La abstinencia es total: de cualquier
comida, bebida y relaciones sexuales. Este año al ser en
verano, las horas de privación serán alrededor de 15 horas
de media.
Aunque en la mayoría de las religiones el ayuno es un medio
para la expiación o purgación del pecado, en el islam su
principal objetivo es el de acercarse a Dios, y se conmemora
el momento en el que según la tradición el profeta Mahoma
comenzó a recibir la revelación del Corán. “Las recompensas
por las buenas acciones se multiplican, las malas se
perdonan y los corazones de los creyentes acuden a su señor
con esperanza de obtener su recompensa y alcanzar el
paraíso”, explica el licenciado en teología islámica por la
Universidad de La Meca Muhammad Isa Garcia.
“Para mí es un mes de apartarme, de aprender a controlarme.
Si uno lo hace con espíritu de buscar el significado
profundo no pasa ni hambre ni sed, en realidad lo más
difícil es controlar los nervios y mantener la tranquilidad.
Aunque sea un ayuno del estómago, yo quiero que el mes sea
alimento para mi alma y para encontrar un momento para la
reflexión”, explica una mujer.
Aunque es duro, sobre todo si el ayunante está en un país
donde el islam es minoritario, los practicantes esperan todo
el año su llegada con ilusión. Según el imán, “en Ramadán
Alá cierra las puertas del infierno, abre las del paraíso y
encadena a todos los demonios”.
Este año, como tantos otros antes, la violencia empaña lo
que debería ser una época de paz. La guerra en Siria, la
incertidumbre en otros países árabes y musulmanes y en
Europa, la crisis... Muchas cosas con las que distraerse y
muchas por las que orar, dice un musulmán.
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