“En Ceuta conviven cristianos, musulmanes, judíos, hindúes y
otras comunidades de asiáticos y africanos, sin violencia,
como prueba de que la convivencia es posible”. Así lo
expresó ayer el escritor Mario Vargas Llosa en su discurso,
tras recoger el XIV Premio Convivencia. Una palabra, esta
última, que como la de “civilización”, repitió en numerosas
ocasiones a lo largo de su discurso.
“La convivencia es la principal cualidad, el reto más
importante, y la primera necesidad de nuestra sociedad”,
había defendido, minutos antes, el presidente de la Ciudad,
Juan Vivas. La consejera de Educación, Cultura y Mujer,
había ido a más, y pidió al escritor que escriba en sus
próximos libros de la ciudad autónoma: “Ojalá tenga usted a
bien plasmar en alguno de sus borradores la huella que
esperemos dejará en usted el paso por este privilegiado
enclave”.
La también presidenta de la Fundación defendió además que
este premio se le ha otorgado al escritor por su tratamiento
de la inmigración en sus escritos. Para ello, Deu recuperó
palabras del Nobel: “Los inmigrantes son indispensables para
todo país, ya que traen savia nueva, los brazos que
necesitan para la creación de nuevas industrias reemplazando
a los nacionales que, debido al ritmo del progreso,
abandonan el antiguo negocio y ascienden en la escala
social”.
“En nuestro caso -explicó la consejera-, los flujos
migratorios proceden de este mismo continente, a partir de
territorios más o menos cercanos y, de ahí, hacia el norte
desde prácticamente todos los puntos geográficos de África”.
Así, Vargas Llosa defendió que la inmigración es “un derecho
de todas las personas con sentimientos humanos de
solidaridad”, y se preguntó “que habrían hecho los países
que están en la punta del progreso sin la inmigración”.
“Existen estudios que dicen que la inmigración siempre
beneficia más que perjudica”, declaró. El escritor definió
este proceso como “una necesidad vital”. “Pero que no puede
ser salvaje”, matizó.
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