Los esquemas básicos de comunicación para configurar una
historia, las características que definen esta estructura y
los elementos que la conforman, han sido objeto de análisis
por parte de la escritora Espido Freire, en el Taller de
Escritura Creativa dentro de los actos de la Feria del
Libro.
El esquema comunicacional, según Freire se compone del
emisor (el autor) y el receptor (lector), existiendo entre
ambos, el mensaje o historia que se quiere comunicar. Una
transmisión que se produce a través del lenguaje por un
código común que es el idioma.
Para la escritora, lo esencial es el escritor, el autor, y
el pensamiento del mismo, aunque lo más adecuado es que el
autor pierda importancia y el centro sea el mensaje, el cual
ha de tener una intención y no ha de ser casual. El mensaje
se convierte en el espacio común entre autor y lector.
En cuanto a las principales virtudes del autor son buscar la
perdurabilidad en el tiempo, la empatía y en menor medida,
la creatividad. Al referirse al esquema para escribir un
libro, Espido Freire alude a los elementos de la historia, a
la estructura, con fórmulas que van desde contar desde atrás
la historia a hacerlo desde un principio, en plan
tradicional, aunque lo más recomendable según la escritora
es hacer un planteamiento en abstracto y una vez resuelto,
comenzar la redacción, “escribiendo bien y bonito” a nivel
gramatical, verbal y de estilo. Se apoyó en ejemplo de
libros que utilizan esta técnica, como “Crónica de una
muerte anunciada”, de Gabriel García Márquez, donde destacó
que hay un trabajo de voces narrativas. Otro ejemplo de
técnicas aplicadas sobre las explicaciones que impartía
Espido Freire es la novela “La mujer justa” de Sandro
Armarai y “El último encuetro” del mismo autor. En cuanto a
los elementos a destacar en una historia son: el narrador,
el punto de vista, los personajes, la trama, el espacio en
el que se desarrolla, la atmósfera y la simbología.
En toda historia hay una “voz”, pieza clave y que es quien
nos cuenta la misma, el punto de vista es la cámara, los
persobajes son los protagonistas a quienes les ocurre la
historia, la trama es el conflicto, el hilo conductor, el
espacio nos sitúa en el momento que ocurrió la historia que
se relata, la atmósfera es una parte del estilo, el
personaje, la narración que se hace nuestra y de nadie más y
el tiempo. A través de la atmósfera se manifiesta lo que se
quiere que sienta el lector. Puso como ejemplo “Carta a una
señorita en París”, de Julio Cortázar.
La simbología es lo más complicado, es como contar todo
aquello que no contamos pero que está presente y puede ser
objetiva y subjetiva. “Cuanto más símbolos haya en nuestra
historia más conectaremos con el lector”, apunta Espido
Freire.
Recomendó no perderse en simbolismo inútiles. Por ejemplo:
si parece en la trama una silla que sirva para algo, ya que
la historia ha de ser lo más sintética posible. Y aludió a
los colores y su simbolismo: el rojo relacionado con el
dolor y la sangre, o el amor.
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La importante figura del narrador en una historia
El enfoque del narrador es muy
importante en una historia. Puede hablar en primero del
singular o primero del plural o en segunda o tercera persona
del singular. El grado de conocimiento que tenga también es
importante: controla del principio al final la historia y es
el más subjetivo. Cuando el narrador actua en primera
persona del singular provoca mucha empatía en el lector,
porque se hace muy creíble, aunque su empatía se puede
dividir en protagonista o testigo. También hay un narrador
incidente, que es quél que miente desde el principio, como
en El Quijote. “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no
quiero acordarme...” Otro ejemplo de narrador mentiroso lo
encontramos en la novela “Siempre hemos vivido en el
castillo”
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