Tiempo atrás, supe de buena tinta
el consejo que le dio Juan Luis Aróstegui a Juan
Vivas: desengáñate, Juan, una vez que te has quitado de
en medio a Pedro Gordillo, no tienes más remedio que
cargarte a ‘El Pueblo de Ceuta’. Tal y como lo hizo
Francisco Fraiz con ‘El Periódico’, en 1992. Porque,
actuando así, saldrás reforzado como político. Ya que le
gente empezará a tenerte miedo, miedo de verdad, y no habrá
nadie capaz de toserte.
Juan Vivas respondió: Ya, ya me gustaría a mí darle matarile
a ese periódico, pero necesito contar con la ayuda de varias
personas importantes de la ciudad.
Y fue entonces, cuando el líder de la coalición Caballas le
sirvió en bandeja el plan. Mira, Juan, Rafael Montero
y yo estamos empeñados en hacerle la vida imposible al
editor de ese medio. Por razones obvias. Y que tú conoces
sobradamente. Y nuestro mayor anhelo es ponerlo entre las
cuerdas para que se vea obligado a echar las persianas y
hacer mutis por el foro.
Vivas, así como quien no quiere la cosa, le metió los dedos
a quien ya ejercía como asesor de él en la sombra, y
preguntó: ¿Cómo lo podríamos hacer?... Porque lo que yo no
estoy dispuesto es a dar el escándalo que dio Fraiz,
enviando a la Policía Local a cerrar la nave donde se hacía
el periódico.
Aróstegui, conociendo el paño, lo tuvo muy fácil: a ver,
Juan, no creo que sea la primera vez que tú haces malabares
para que una empresa salga ganadora en un concurso,
elaborando un pliego de condiciones a la medida de ella. Es
más, sin ánimo de adularte me veo en la obligación de
reconocer que en esa función eres de lo mejorcito que he
visto en mi vida. ¿O no te acuerdas de…?
Al día siguiente de esta conversación, una persona dedicada
a la venta de publicidad comercial, me abordó en la plaza de
África y me comunicó la traición que se estaba perpetrando
contra ‘El Pueblo de Ceuta’. Y a fe que no me sorprendió lo
más mínimo. Puesto que yo la venía barruntando y aireando
desde hacía ya mucho tiempo. Y mi única respuesta fue: te
creo a pies juntillas.
Y el veterano publicista, curtido en mil batallas, y muy
conocedor de que en esta tierra el editor de ‘El Faro’ ha
atentado siempre contra cualquier medio que le haya hecho
sombra al suyo, trató de tirarme de la lengua. Quería saber
lo que pensaba yo al respecto. Y mi respuesta fue la
siguiente: aunque yo sea nada más que un modesto colaborador
de ‘El Pueblo de Ceuta’, reconozco que estoy constantemente
preparado para lo peor y constantemente actuando para lo
mejor: lo bastante fuerte para vencer en una guerra y lo
bastante avezado para prevenirla. Y así lo he venido
haciendo desde mucho antes de recibir el soplo de lo que
habían urdido Vivas, Aróstegui y Montero. Cuya cobardía se
va acrecentado a medida que la decrepitud física los va
envileciendo más y con gran celeridad.
Los rumores del atentado contra este medio, en forma de
contratación amañada, han desembocado ya en una realidad. La
que se ha consumado mediante la elaboración de un pliego de
condiciones hecho a la medida de Montero, Aróstegui y
nuestro alcalde. Tres personajes convencidos de que, una vez
cerrado el ‘Pueblo de Ceuta’, no sólo accederán a la pasta
gansa que hay en juego, sino que semejante acción hará
posible que se les considere matones de mucha consideración.
Matones influyentes. Seguiremos opinando del asunto. Pues
aún estoy vivo y coleando.
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